Capítulo 3

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Era más de la una cuando Nathaniel sintió el leve golpeteo tras la puerta. Llevaba esperándola toda la noche, así que, se levantó con urgencia y fue a abrir. Aurora llevaba un precioso vestido que cubría sus muslos hasta sus rodillas, cubriendo más de lo que él deseaba, sin embargo, el escote que lucía era vertiginoso. En aquel momento, Nath se planteó que quizá podría ser amable, preguntarle qué tal había ido la noche y solo después abordarla con necesidad, pero… ¡A la mierda!

Ansiaba besarla y se lo demostró cuando la sujetó de la cintura, la arrastró hasta el interior de la habitación y unió sus labios con pasión. La mujer no solo dejó caer el bolso al suelo, sino que además, llevó sus manos a la espalda desnuda de Nathaniel. El Moore había pensado en esperarla desnudo, sin embargo, por un poquito de decencia se había dejado un pantalón del que pensaba deshacerse cuanto antes.

—Sabes a chocolate —prorrumpió mordisqueando el labio inferior de Aurora con gula.

Para él, aquello era un misterio fascinante. Pues aquel sabor dulzón era el eterno protagonista de sus besos, pues cada vez que había tenido oportunidad de besarla, aquel delicioso sabor predominaba como el que más. Lamió el contorno y después el centro de su boca, a la vez que realizaba un minucioso recorrido por las curvas de la fémina. Pensó rápidamente en colarse bajo la falda, pero recordó que la puerta aún permanecía abierta, por lo que la cerró de un contundente portazo mientras que toda su atención seguía puesta en ella.

—¿Tienes preservativos?

—Dos cajas —respondió perdiéndose en el contorno de su cuello.

—No necesitamos tantas…

—No estés tan segura de ello.

Nath se inclinó y tras pasar sus manos por el trasero femenino la alzó, sorprendiendola de inmediato. Aurora quisó protestar, pues era consciente de que no era una cría de veinte años con un peso equilibrado, sin embargo, su queja desapareció con el sonido de su risa cuando visualizo sobre la cama cuatro tiras dobles de preservativos, haciendo un total de ocho.

—¿Para que son todos esos preservativos? —preguntó incrédula.

—Creí que tú eras la experta en la materia, pero por lo que veo…

—Perdón, sé para lo que son, pero… ¿Ocho? Son demasiados.

—Y te he dicho que tengo más —aclaró mientras la tumbaba sobre la cama para instantes después besar los dos montículos que sobresalían sin decoro —. No voy a permitir que un trozo de látex nos vuelva a arruinar la noche.

Aurora solamente pudo gemir ante su intromisión, pues cuando quiso ser consciente los dedos del hombre se abrían paso debajo de la falda para tocar sus glúteos.

—He pasado toda la noche pensando en abandonar esa maldita cena para venir aquí.

—¿Y por qué no lo has hecho?

Nathaniel no perdió ni un segundo en coger y quitar la prenda interior femenina. Estaba hambriento y era imparable.

—Me he ido antes de que finalizara…

La confesión de Aurora solo lo avivó más, pues eso tan solo significaba que las ganas de la mujer por estar entre sus brazos, eran las mismas que tenía él por poseerla. Y sus ganas eran las suficientes como para ignorar el hecho de que ella aún estaba vestida. Impaciente, agarró un preservativo y sin dudar le ofreció el envoltorio.

—Ponmelo.

Aurora sonrió mientras que Nathaniel se incorporaba para liberar la erección frente a su cara. Tras rasgar el envoltorio, la mujer hizo lo mismo que la anterior vez, lo colocó en la punta y con la boca lo deslizó hasta la base. Simplemente aquel gesto para el Moore era suficiente para correrse, pero se contuvo a pesar de sentir las manos femeninas por sus testículos, acariciándolos.

Nath - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora