Capítulo 16

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Nathaniel y Aurora llegaron al hotel para recoger un par de cosas que el hombre necesitaba para aquel fin de semana. No pensaba llevarse demasiado, pues en dos días tendría que volver a desempacar, pero pensaba coger sus objetos de más valor y también algo de ropa de recambio. Por lo que primero sacó sus pertenencias de la caja fuerte y las guardó en el compartimento interno de la maleta y después se centró en el armario donde tenía todo meticulosamente ordenado.

No pensaba usar todo, pero bajo el razonamiento de mejor que sobrase a que faltase, cogió un par de camisetas, un par de pantalones, calzoncillos y calcetines que posteriormente dobló a la perfección bajo la atenta mirada de Aurora que ni siquiera se atrevió a pestañear. Evidentemente, su estupefacción no pasó desapercibida para Nathaniel que sonrió mientras se perdía en el cuarto de baño para hacerse con su neceser.

—¿Qué es lo que te sorprende tanto? —preguntó a la que volvía.

—Bianca debería de ver esto… Nunca he logrado que su armario se mantenga ordenado durante más de dos semanas seguidas.

—Esto no es nada comparado con el inmenso vestidor de mi padre.

—Me sirve. Además, dado que eres un buen embaucador y que dominas perfectamente el poder de convicción, quizá podrías adoctrinarla o algo así…

Nathaniel incapaz de borrar la sonrisa de su cara, lanzó el neceser a la maleta y a continuación la acechó, encerrándola contra la pared. Inmediatamente se relamió ante ella que tragó con dificultad ante el imponente cuerpo que la oprimía cada vez más.

—Con qué un embaucador… ¿Eh?

—Por supuesto…

—¿Puedo saber cuándo te he embaucado yo? —preguntó mientras acariciaba el suculento escote que llamaba su atención.

—En Londres… De ninguna manera me hubiera acostado contigo de no ser así.

Nathaniel ensanchó su sonrisa, enseñándole prácticamente todos los dientes.

—¿Estás segura?

El arquitecto deslizó la mano por el costado de Aurora mientras contemplaba cómo sus ojos bailaban hasta los labios que, abrió de inmediato, tentándola. Ella alzó levemente el mentón, preparada y dispuesta para besarlo, sin embargo, el intermitente golpeteo de la puerta la detuvo.

—¿Has pedido algo? —indagó ella con cierto nerviosismo.

Nathaniel negó, pues realmente no había pedido nada. La única opción que rondaba su cabeza era que fuese algún empleado, aunque la habitación ya había sido acondicionada, por lo que al escuchar la insistencia, fue a abrir. De pronto, se le cortó la respiración cuando al otro lado vio a María que rápidamente centró su atención en la otra mujer.

—Perdón… yo…

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesitaba hablar contigo, pero como no respondes mis mensajes…

—Lo siento. He tenido mucho…

—Trabajo —terminó ella molesta al ver cómo Nathaniel intentaba justificarse cuando estaba allí con la mujer del restaurante —. Todo eso ya lo sé.

Él no fue el único en percatarse del enfado de María, sino también Aurora que quiso desaparecer de allí cuanto antes.

—Os dejaré solos…

Sin embargo, Nathaniel no quería eso. No quería que Aurora se marchase, mucho menos quería generar una incertidumbre que crease una pequeña grieta entre ellos, porque necesitaba hacerla ver que era sincero y cuáles eran sus intenciones, por lo que cuando fue a pasar por su lado la sujetó del brazo, deteniendola.

—No es necesario que te vayas…

—Estaré abajo —insistió haciéndole ver que no se marcharía del hotel, si no de la habitación.

—No. No me has entendido. Quiero que te quedes. Sea lo que sea que hablemos, puedes escucharlo…

—Vale… Esto es raro de narices —masculló María que giraba sobre sus propios talones para marcharse.

—Nena, espera… Pasa dentro, por favor.

Aquel "nena" que era insignificante para Nathaniel, angustió a Aurora. Y no lo hizo por el apelativo, sino porque sospechaba que era de carácter sexual, aunque ella era la primera vez que lo escuchaba.

—Oye, Nathaniel, capto el mensaje, de verdad… Esto no es necesario —murmuró María que seguía dispuesta a marcharse.

—Por favor…

Nathaniel se hizo a un lado, esperando que la mujer pasará al interior, porque sentía que María se merecía una explicación. Finalmente con las dos mujeres dentro, Aurora tomó un segundo plano, sentándose en el borde de la cama…

—¿Te marchas? —preguntó ella al ver la maleta abierta.

—No. Me ha salido un buen proyecto así que estaré en Madrid por una larga temporada…

—Me alegro. Siempre has trabajado muy duro, así que, enhorabuena, te lo mereces.

Él sonrió a María agradecido por sus palabras.

—Lo nuestro tiene que acabar —dijo Nath sin más —. Quiero centrarme en conocer a Aurora y eso significa…

—Sé lo que significa y está bien, lo entiendo…

Nathaniel sintió la pena que embriagaba a la mujer y sin dudarlo, la abrazó. María formaba parte de su vida y él, por nada del mundo, quería echarla para siempre.

—Quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que necesites, siempre y cuando no sea de carácter sexual. Si necesitas hablar o simplemente un abrazo, búscame.

—Por supuesto, Brad Pitt —dijo pegándole un codazo en los costados —. Fue bonito mientras duró, aunque te seguiré prefiriendo rubio.

—Y con muchos millones en la cartera…

—Eso siempre — Él rió y Aurora sintió el gran cariño y aprecio que ambos se tenían — En realidad, hacéis muy buena pareja. Creo que ella te puede aportar la estabilidad que necesitas…

Nathaniel miró a Aurora con ternura. Afortunadamente con ella jugaba con ventaja, pues era lo suficientemente adulta como para saber lo que quería en su vida y él no la pensaba soltar.

—Gracias, nena.

—He quedado en media hora, así que… será mejor que me marche —soltó María, aunque él Moore intuía que únicamente se trataba de una burda excusa para huir de aquel momento incómodo. Ambos se abrazaron de nuevo y entonces aquel "nena" se volvió también insignificante para Aurora —. Espero que no la cagues de nuevo y que en unos meses me digas que estás en New York, en la boda de tu hermano y acompañado de esta espectacular mujer —prorrumpió mientras salía de la habitación.

<Aquello era otro cantar>, pensó mientras la puerta se cerraba.

—Gracias — Se atrevió a murmurar Aurora con timidez.

—Cariño, no quiero que haya secretos entre nosotros. Sí algo me queda claro, al menos en el mundo de un Moore, es que solo traen problemas.

En esta ocasión, Aurora no sólo percibió la diferencia que había en el apelativo con el que la llamaba, sino la ternura con la que la hablaba.

—Nath…

—Dime…

Ambos se quedaron callados, pues en verdad eran sus ojos los que hablaban por ellos.

—Termina de hacer la maleta, estoy deseando desaparecer de aquí…

—Déjame revisar mi equipo y nos marchamos…

—¿Me estás hablando en serio? ¿Pretendes trabajar este fin de semana? — Él sonrió. Siempre le gustaba tener su tablet cerca — Por Dios, soy tu jefa… ¡Tienes terminantemente prohibido trabajar en nada más que no sea yo durante los siguientes dos días! 

Nathaniel rompió a reír, pues no solamente pensaba dedicarle todo el tiempo del mundo, sino que además, no la pensaba soltar en ningún sentido.

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Nath - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora