Capítulo 8

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Nathaniel en aquellos cinco días apenas había conseguido conciliar el sueño. Se había pasado día y noche trabajando en el proyecto que debía entregar, aún así, sus infinitas horas no habían servido de mucho, pues ni siquiera tenía un boceto completo que entregarle a Aurora. Había conseguido hacer un lado de la fachada y un coqueto salón-comedor para la vivienda más pequeña, pero la estancia no estaba al completo.

Lo había intentado. Había hecho mil pruebas, pero ninguno encajaba con su estilo, por lo que los había eliminado y había empezado de nuevo y eso lo había hecho más de una veintena de veces.

—Esto es lo que tengo —escupió lanzándole a Aurora la carpeta sobre la mesa.

Ella lo miró visiblemente enfadada. Llevaba días sin aparecer por allí y cuando lo hacía, parecía haberse olvidado de sus modales.

—Buenos días, Sr. Moore —dijo con cierto retintín que Nathaniel decidió ignorar.

—Si quieres más necesitaré tiempo…

Aurora abrió la carpeta y revisó los dos diseños meticulosamente. Su belleza era indiscutible y sabía que no se había equivocado al contratarlo, pero desconocía si aquello sería suficiente.

—¿Sólo tienes esto?

Él asintió en silencio. No estaba de humor, ni siquiera para discutir, así que esperaba que ella lo felicitase por su excelente trabajo y le ampliase los plazos.

—Es poco…

Nathaniel sonrió de medio lado. ¿Le estaba vacilando?

—¿Poco? He estado todo el día trabajando en ello, prácticamente no he dormido y en vez de darme las gracias por lo que te estoy entregando me restriegas que es poco… ¡Alucinante!

—Te pedí un boceto completo.

—Te dije que no había tiempo —respondió mientras clavaba las palmas en la mesa.

—¿Dos? ¿En serio? —gritó imitándolo y retándolo con la mirada.

—Esta es mi manera de trabajar, señora caga prisas —escupió mientras aproximaba su cuerpo al de ella, recortando la distancia que los separaba.

—¿Qué me has llamado?

—¡Caga prisas! —escupió de nuevo topándose de frente con la nariz de la mujer.

Nathaniel sintió el aroma del chocolate contra su boca y casi de manera involuntaria, la besó. La sujetó del rostro para evitar que se alejara y fundió sus labios con los de ella. Al principio, fue como chocar contra una pared de hormigón, pues Aurora ni siquiera reaccionaba, pero después, todo fue sobre ruedas. Ambos entreabrieron la boca para degustarse como hacía semanas deseaban. La tomó con sus labios, con su boca y sus manos, porque él ansiaba tocarla y no pensaba perder aquella oportunidad.

Se permitió bajar la mano derecha hasta el final de la espalda, donde la apoyó buscando el inició de su trasero. Había soñado semanas con él y tenerlo entre sus manos era como una jodida fantasía que no pensaba abandonar, ahora no. Así que, primero, introdujo la primera falange por el elástico del pantalón para ir abriendo hueco, segundo, plantó la palma en su piel y tercero, la estrujó con ganas hasta robarla un intenso suspiro.

—¡Basta Nathaniel! Esto… Esto no está bien.

Sin embargo, él había empezado y no estaba dispuesto a parar. Con inmediatez besó y lamió su cuello, produciendo un leve cosquilleo en la zona que la hizo removerse…

—Nath…

Aquel diminutivo le devolvió a New York, más concretamente a su familia, en especial a su hermano, que era como lo llamaba, y a pesar de que había estado odiándolo durante aquellos seis largos años, volvía a gustarle, al menos, de los labios de Aurora.

—Déjate llevar… —pidió mientras se planteaba saltar el escritorio.

—¡Basta! —volvió a pedir empujándolo con suavidad.

Él inmediatamente se detuvo al percatarse de que los ojos de Aurora estaban inundados de lágrimas. Lágrimas que ella no logró contener por demasiado tiempo…

—¿Qué ocurre? ¿Por qué te empeñas en parar esto?

—No eres el tipo de hombre que necesito en mi vida —soltó sin más.

Nathaniel volvía a recibir otro golpe de la Sra. Molina y lo hacía sin anestesia. ¿Qué tipo de hombre se suponía que era? Apenas le conocía y ella no hacía más que rechazarlo continuamente cuando se veía que ambos deseaban aquello…

—¿Qué tipo de hombre necesitas? ¿Uno acorde a tu edad? —preguntó dolido — ¿De verdad todo esto es por unos cuantos años o hay algo más?

Él ya comenzaba a dudar de la transparencia de Aurora. Incluso, empezaba a preguntarse si su repentino interés por mantenerlo alejado podía deberse a que era una mujer casada. No tenía alianza alguna, pero tampoco la necesitaba…

—No me interesas, Nathaniel.

—No te creo.

—No me importa… —afirmó ella mientras guardaba los dos diseños.

—Ya… La próxima vez, intenta convencerme antes de meterme la lengua.

Ambos se miraron y entonces él recordó que tenía algo en el bolsillo interior de su chaqueta, así que con agilidad lo cazó y lo dejó sobre la mesa. Era un pasador de madera con forma de peonía que había pintado y barnizado él mismo.

—Hice esto para tí —dijo mientras memorizaba la reacción de Aurora. Ella lo miró fascinada y completamente enmudecida. Literalmente, la había dejado sin habla —. Tengo trabajo que hacer… así que…

El Moore se dió la vuelta sintiendo aún el intenso sabor de los labios de Aurora sobre los suyos. Besarla, posiblemente había sido un error garrafal, pero no pensaba arrepentirse de ello, como tampoco pensaba hacerlo de pasar horas y horas tallando aquella preciosa peonía. Cuando salió del despacho se apoyó unos instantes en la puerta mientras tomaba algo de aire, cuando inevitablemente la escuchó…

—No puedo esta tarde, imposible. ¿Mejor está noche? De acuerdo, a las diez en Mogán.

Nathaniel se alejó de allí como pudo. Aurora, al igual que él, se veía con alguien. No la podía culpar por ello, pues él era el primero que se acostaba con otras para olvidarla, aunque estaba visto que no funcionaba. Finalmente, llevado por la curiosidad de saber que tipo de hombre buscaba en su vida y con quién se veía, escribió a María.

"Nena, ¿te apetece cenar?"

"¿Ya no tienes trabajo?"

¡Mierda! Hacía dos noches que ella le había escrito para verse, pero no lo había hecho amparándose en su trabajo. Sonaba a topicazo, pero en su caso, era verdad.

"Puedo tomarme un descanso."

María lo dejó en visto durante toda la mañana…

"¿Vas a contarme qué ocurre? ¿Desde cuándo tú y yo salimos a cenar?"

"Gael se casa."

Nathaniel esperaba que aquella bomba fuese lo suficientemente fuerte como para que María cediese.

"¿Con Amelia?"

"Touché. Me vendría bien charlar un poco…"

"De acuerdo, pero yo elijo el vino."

"Estupendo. Te espero a las nueve y media en Mogán. No llegues tarde."

Él sonrió, pues en unas horas pensaba descubrir el motivo por el que Aurora la rechazaba continuamente y quizá algo más…

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Nath - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora