[14 de Junio de 1992]
El tiempo es sólo una ilusión de los ojos que lo observan. Charlie comenzó a observar desde otro punto. Desde otro tiempo. Así fue como convirtió su pasado en su presente. Sus recuerdos en su realidad. El final en el comienzo.
Era 1992, ella era joven nuevamente y tenía a Eddie frente a sus ojos. Una forma majestuosa de demostrarle al destino, que todo era posible.
El cabello de Eddie y su chamarra de piel escurrían agua en el piso delante del mostrador y ella no podía hacer otra cosa que admirarlo por completo. Se veía distinto, Charlie lo había conocido con el cabello largo hasta debajo de los hombros y ahora lo tenía corto. No era mucho, pero tampoco del largo que ella recordaba.
Además, después de tantos años, ella había olvidado cómo se veía exactamente. Los detalles de su rostro, su voz y su olor eran cosas que la vieja fotografía que guardaba de él no le podía proporcionar.
—¿Te encuentras bien? —él bajó su rostro para llamar su atención.
—Eh... S...Sí —balbuceó, nerviosa—. ¿En qué te puedo ayudar?
—Necesito un lugar para quedarme —sonrió nuevamente.
—Tenemos habitaciones disponibles —trató de señalar el pasillo que daba hasta allá, pero solo logró voltear su taza de café, derramándolo sobre el mostrador—. ¡Carajo! —murmuró.
Buscó un trapo y comenzó a tallar mientras Eddie parecía divertido con su torpeza.
—No deberías estar aquí tú sola —comentó.
—Ya lo sé. Estoy consciente de lo descuidada que soy —sus mejillas comenzaron a arderle, más aún cuando vio sus apuntes a la vista de ambos.
—Me refiero a que una chica no debería estar sola en un motel de carretera a estas horas de la noche.
—El pueblo es tranquilo —terminó de limpiar y guardó la libreta lejos de ellos.
—Bueno, eso me alegra —suspiro y sacudió un poco su cabello mojado—. Me quedaré unos días y no quiero sorpresas.
Ella asintió con una sonrisa nerviosa. No sabía a ciencia cierta qué debía hacer. Sabía que contarle todo era una mala idea, tenía nulo conocimiento de lo que implicaba retroceder en el tiempo, pero sabía que contarle sobre el futuro y advertirle sobre su repentina muerte era una pésima idea. No quería que Eddie huyera, sólo quería que la historia se repitiera con un final distinto y de eso se iba a encargar.
Sacó el libro en donde anotaban a los clientes del motel y tomó con su mano temblorosa la pluma que había usado momentos antes.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó sólo para no levantar sospechas.
—Eddie Munson —respondió—. En realidad, es Edward, pero prefiero que me llamen de la otra forma.
—Eddie Munson —repitió mientras llenaba el formulario con la letra más tosca posible. Los nervios la estaban traicionando.
—¿Y tú? —se agachó para buscar su mirada.
—¿Yo qué? —tensó sus hombros.
—¿Cómo te llamas? o más bien ¿Cómo debería llamarte?
Ella tragó saliva. No había pensado en lo mal que la podía poner el hecho de que Eddie la viera a los ojos después de todo lo que pasó.
—Charlie —explicó a secas.
—¿Charlie? Creí que era nombre exclusivamente para varones —rio un poco.
—Bueno —ella rio también—, no es mi nombre real, pero así me han dicho desde pequeña y así puedes llamarme.
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El tiempo que nos queda ﹝+18﹞
Science FictionCharlie se enamora perdidamente de un chico que llega al pueblo a inicios de la década de noventas. En ese mismo año lo ve morir de una manera trágica y dolorosa, así que pasa las siguientes décadas pensando en qué pudo ser diferente para mantener c...