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[8 de Junio de 2025]

—No estaban en el auto, señor.

—¡¿Cómo es posible que no puedan encontrar a ninguno?!

—Ya peinamos una gran área del bosque durante la noche y no hay ningún rastro o indicio de ellos.

—¡Maldita sea! —Michael le dio una patada a un tronco cerca de él.

—Entiendo su frustración, señor —la oficial de policía trató de tocarlo, pero él la alejó con un manazo.

—¡No! ¡No lo entiende! Mi hijo de siete años y mi madre, que padece de demencia, desaparecieron en el bosque y lo único que usted me sabe decir es que no hay rastro de ellos.

El hombre parecía que se arrancaría los cabellos de un momento a otro, había viajado desde Salem, la ciudad donde solía vivir, para buscarlos a ambos. Lo había hecho completamente solo, su esposa se encontraba hospitalizada y no podía acompañarlo. Ella tenía cinco meses de gestación y cuando se enteró de que su suegra y su hijo estaban desaparecidos comenzó a sentirse mal, así que los doctores sugirieron que se quedara en observación para no arriesgar al bebé.

—Estamos haciendo lo posible, señor.

—Mi madre siempre tuvo razón —masculló— ¡Las autoridades de Underford son una bola de idiotas incompetentes!

—Señor...

—¡Váyase al carajo! —le mostró el dedo medio y se dio media vuelta para alejarse.

La oficial suspiró y se frotó la frente. Pudo haber levantado cargos por eso, pero intentaba ser paciente. Ella conocía la historia.

Aunque aún no estaba en el departamento de policía en ese tiempo, fue un relato del que todos escucharon hablar.

Treinta años atrás hubo dos accidentes el mismo día, uno en donde perdió la vida un muchacho y otro donde una pareja murió en un accidente automovilístico.

Estos últimos tenían un hijo que se perdió en el bosque después del accidente y tardaron algunos días en dar con él.

Ese niño era Michael.

Nada significativo había sucedido desde entonces en Underford y ahora la historia parecía repetirse casi con las mismas personas involucradas.

Tardaron varias horas en dar con el auto de Charlie a mitad del bosque y lejos de Salem. Lo único que habían encontrado en Underford era un árbol partido a la mitad y en llamas aun cuando llegaron.

Su primera sospecha fue que eso pudo dañar al niño y a la mujer, pero no había ningún cuerpo cerca ni tampoco se explicaban cómo se había incendiado aquel árbol.

Uno de los agentes sugirió que un rayo pudo partirlo, pero no había habido tormentas en los últimos días, mucho menos rayos.

[1 de septiembre de 1992]

Línea original

—Mamá de verdad tengo que ir al baño —el niño apretó su entrepierna con ambas manos.

Su madre se giró para mirarlo en el asiento trasero del auto.

—Cariño, debemos parar un momento —le dijo a su esposo, quien conducía el auto.

—Hay una cafetería a unos cuatro kilómetros de aquí —señaló un punto en el mapa extendido sobre el tablero.

—Si esperamos a llegar a la cafetería, tendrás que lavar los asientos del auto —bromeó.

El tiempo que nos queda ﹝+18﹞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora