[22 de septiembre de 1992]
Inicio del otoño y día del accidente.
Charlie llegó algunas horas más temprano a la cafetería. Había anunciado con mucho tiempo de antelación que ese día no trabajaría, pero no estaba ahí para eso.
Ya que Eddie no había logrado terminar su trabajo antes de esa fecha y Charlie no pudo evitar que saliera del pueblo, decidió invitarlo a cenar para evitar que trabajara ese día en específico.
Entro directamente por el pasillo hacia las habitaciones de alquiler sin ni siquiera saludar a su padre.
—¿Eddie? ¿Eddie, estás ahí? —comenzó a golpear la puerta con fuerza, pero no obtuvo respuesta.
Rick llegó hasta donde estaba ella y buscó su rostro para hablarle.
—No está, hija. Salió hace un rato.
—¡¿Cómo que no está?! ¡Maldita sea! —abrió la puerta de un golpe y se confirmó que estaba vacía.
—Me comentó algo de volver para la cena contigo y te dejó esto —sacó del bolsillo de su pantalón una nota doblada.
Charlie se la arrebató y la abrió para leerla.
«Perdóname, tuve que salir un rato a trabajar, pero te veré en el restaurante a la hora acordada. Te amo.»
—¡Carajo! —le dio una patada a la puerta—. Esto no debía de pasar.
—Hija, cálmate —habló preocupado—. Ya te dijo que volverá para cenar.
—¡Tú no lo entiendes! —un terror comenzó a apoderarse de ella.
Sabía a qué hora y dónde sucedería el accidente.
No lo iba a permitir.
Había sido un largo viaje para ir a impedirlo, era momento de actuar
—Debo detenerlo —quitó a Rick del camino y corrió hacia su auto como si fuera un asunto de vida o muerte, y lo era.
Escuchó a su padre gritarle algo antes de salir, pero lo único que podía hacer era encender el coche y dirigirse al pueblo.
Sujetó el volante con fuerza mientras tenía los ojos puestos en la carretera y en su reloj simultáneamente. Sabía que estaba rebasando los límites de velocidad, pero no podía detenerse. Eddie estaba trabajando en un poste de luz en esos momentos, en cualquier momento habría una sobrecarga eléctrica que terminaría en el cuerpo del chico si ella no llegaba a tiempo para advertirle.
Tenía su mente nublada y no pensaba soltar el acelerador por nada, hasta que se encontró con algo que la paralizó.
Más bien, con alguien.
En la orilla de la carretera había un auto estacionado y de él estaba bajando un niño que ella reconoció de inmediato.
Era ese pequeño huérfano que adoptó y que convirtió en su hijo.
Era Michael.
Sus padres estaban ahí, vivos. Nada había pasado aún.
Ella frenó su auto en un costado del de ellos y los observó con atención. Los mayores hablaban entre sí mientras el niño se adentró en el bosque.
El pulso de Charlie se aceleró a tal punto que lo sintió martillar su cabeza. También sintió la obligación de bajarse a actuar porque esas dos personas iban a morir en un par de minutos y la vida del pequeño iba a arruinarse para siempre.
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El tiempo que nos queda ﹝+18﹞
Science FictionCharlie se enamora perdidamente de un chico que llega al pueblo a inicios de la década de noventas. En ese mismo año lo ve morir de una manera trágica y dolorosa, así que pasa las siguientes décadas pensando en qué pudo ser diferente para mantener c...