[Junio de 2025]
El pequeño niño había aparecido a mitad del bosque, pero no era el mismo lugar que él conocía, era uno diferente. Su cuerpo también lo era, parecía estar atrapado en el de alguien más con ropa que no reconocía.
Había un automóvil frente a él que jamás había visto y después de vomitar un par de veces, se topó de frente con una mujer mayor.
Ella le sonrió aliviada al verlo, pero no tenía idea de quién era. Su aspecto frenético lo asustó y lo hizo retroceder.
—No te haré daño —murmuró la mujer—. Necesito que me ayudes a llegar a la carretera —extendió su mano hacia el niño, pero este solo se tensó más, negando rotundamente con la cabeza y corrió lejos de ahí.
No podía ayudar a la mujer que parecía igual de desorientada que él. Necesitaba entender qué estaba pasando, por ello corrió tan lejos de ahí que ya no supo cómo volver.
Pasó días tratando de encontrar el camino de regreso a algún lugar que él conociera, aunque fuera a la carretera que estaba en construcción cerca de ahí, pero fue inútil.
Tuvo que encontrar un sitio dónde dormir y qué comer para no debilitarse más.
No sabía dónde estaba, pero definitivamente no se encontraba en el lugar correcto.
—Hola, Alan —le susurró una voz femenina.
En ese momento se encontraba recostado sobre las hojas del suelo y abrió los ojos lentamente para descubrir quién lo llamaba. Frente a él estaba una chica en cuclillas, sonriéndole amablemente y detrás de ella, un muchacho de cabello largo.
Se sobresaltó al darse cuenta de que quizá podía estar en peligro, pero la chica lo tomó del brazo.
—Está bien, todo está bien —habló tranquila—. Sabemos lo que te pasó. Venimos a ayudarte.
—¡No! —espetó en un balbuceo—. ¡No tienen idea de lo que me pasó!
—Comprendemos mejor de lo que piensas —el chico se sentó a su lado y dejó junto a ellos un artefacto metálico que cargaba con él—. ¿Tienes hambre? —sacó de su mochila un paquete de galletas.
Los grandes ojos del niño brillaron al verlo y se lo arrebató de las manos. Llevaba días sin comer bien.
—Aquí tienes un poco de agua —la chica le entregó una botella.
Aún se veía como un pequeño animal indefenso, pero en cuanto empezó a comer se sintió mejor.
—¿Quiénes son ustedes? —murmuró con la boca llena.
—Me llamo Charlie —explicó ella—. Él es Eddie —lo señaló.
El muchacho le sonrió y le revolvió un poco el cabello con la mano.
—¿Cómo me encontraron? —los miró a ambos.
—Tuvimos que pasar por varias cosas para poder hacerlo —él le sonrió.
—Y como ya te explicamos: sabemos lo que te sucedió —insistió Charlie—. Yo pasé por lo mismo.
—Es que —dejó de comer—. Estaba jugando en el bosque y de pronto comenzó a hacer un viento horrible y cuando abrí los ojos...
—Estabas en el cuerpo de alguien más —completó Charlie.
—Sí —los miró con atención.
—Sucedieron algunas cosas que no debieron pasar, pero por ello estamos aquí.
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El tiempo que nos queda ﹝+18﹞
Science FictionCharlie se enamora perdidamente de un chico que llega al pueblo a inicios de la década de noventas. En ese mismo año lo ve morir de una manera trágica y dolorosa, así que pasa las siguientes décadas pensando en qué pudo ser diferente para mantener c...