00:12

30 3 1
                                    

[Junio de 1992]

El tiempo es una medida que nos sirve para saber que algo va a cambiar, ya sea un minuto, una hora, un día, un año o una vida. Charlie estaba comprendiendo eso, y comenzó a usarlo a su favor.

Eddie había salido a trabajar muy temprano por la mañana y aunque era el día que Charlie descansaba, se sentía con bastantes energías y excusas para aparecerse en la cafetería al lado de su padre.

Ella miraba una página de su libreta abierta, mientras Rick secaba unos vasos con una servilleta de tela del otro lado del mostrador, observando la sonrisa de su hija mientras tarareaba la canción que sonaba en la radio.

Ella miraba una página de su libreta abierta, mientras Rick secaba unos vasos con una servilleta de tela del otro lado del mostrador, observando la sonrisa de su hija mientras tarareaba la canción que sonaba en la radio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo estaba siguiendo su curso, las cosas llevaban un buen rumbo, aunque Charlie comenzaba a plantearse que su intento de plan era absurdo. En realidad, todo eso era parte de la primera fase, que consistía en volver a hacer que su relación con Eddie transcurriera con normalidad, pero nada de eso la llevaba a evitar su muerte. Estaba tan enfocada en recuperarlo que no había pensado bien en cómo no perderlo, nuevamente.

Debía modificar sus planes si quería obtener resultados.

—Sí sabes que él no está aquí —murmuró Rick.

—¿Quién? —levantó la vista.

—Al que viniste a buscar.

Ella sonrió y cerró su libreta.

—Sé que Eddie no está aquí, no vine por él.

—Vas a decir que viniste por mí —elevó una ceja.

—¿Te resulta tan difícil de creer?

—En realidad, me resulta imposible de creer. Desde que entraste a la adolescencia, tu padre está en el último lugar de tus prioridades.

Ella miró en otra dirección y suspiró. Sabía que tenía razón. Después de muchos años y de haberlo perdido, se dio cuenta del tiempo valioso que desperdició al lado de su padre cuando era joven.

También se dio cuenta que debió ejercitarse más, comer mejor y pasar más tiempo de calidad con sus pocos amigos. Ahora que estaba de regreso, estaba decidida a llevar a cabo todos esos cambios.

Mejorar la relación con su padre era uno de ellos.

—Quería pasar el día contigo —murmuró.

El hombre continuó mirándola con extrañeza, pero soltó un suspiro profundo ya que él también anhelaba estar más cerca de su hija.

La chica rodeó la barra y buscó su mochila para sacar un casete. Había grabado algunas de las canciones que sabía que le encantaban a su padre. Pasó casi toda una noche haciéndolo desde la radio, rogando a que el locutor no hablara a mitad de la canción y lo arruinara. Sabía que hacer una playlist en Spotify le hubiera ahorrado muchas horas de trabajo, pero esos eran recursos no disponibles en 1992.

El tiempo que nos queda ﹝+18﹞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora