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[15 de Junio de 1992]

Charlie llamó la atención de Eddie y de su padre al declarar que ella llevaría al chico al pueblo, pero después de una leve discusión con su padre sobre fugarse con extraños, lo convenció y la dejó salir con él con la condición de volver al mediodía o si no, llamaría a la policía.

Fueron en el auto de Eddie y cuando se subieron, Charlie se quitó la chaqueta de mezclilla, puesto que el calor después de la lluvia era un poco sofocante.

—¿Qué te sucedió? —preguntó Eddie, señalándole los brazos.

—Me quemé —suspiró.

—Parece algo reciente.

—Fue hace una semana.

—¿Cómo ocurrió? —la miró un instante antes de volver su vista al frente.

—Es una laaarga historia —se encogió en su asiento— ¿Por qué no mejor me cuentas la historia completa de qué haces aquí?

—También es una laaarga historia —imitó su voz.

—Bueno, tenemos tiempo para que lleguemos al pueblo —recargó su codo en la ventanilla y lo miró, sonriente.

Eddie le sonrió de vuelta y palmeó un poco el volante.

—¿Así eres con todo el mundo?

— Así ¿Cómo?

—Me tienes mucha confianza, Charlie —la miró—. Tuviste una riña con tu padre sólo para acompañarme ¿Qué tal si estoy planeando robarte y llevarte lejos de aquí?

—No me molestaría que lo hicieras.

Eddie se soltó a reír, provocando lo mismo en ella.

—Como quieras. Entonces te llevaré lejos de aquí algún día ¿De acuerdo? —negó con la cabeza, muy divertido.

—Estupendo. Por ahora cuéntame qué haces aquí.

—Pues... —suspiró y tornó un gesto más serio—. Dejé la escuela cuando estaba muy joven y después de que mi tío murió me quedé solo en el mundo, así que me metí a trabajar en una compañía de mantenimiento para recorrer el país a mi gusto y poco a poco me especialicé en el área eléctrica.

—Te gustan las cosas electrizantes ¿Eh? —ella bromeó.

Después se arrepintió de haberlo dicho.

—Supongo que sí —le siguió el juego.

—¿Cuántos días planeas estar aquí?

—Sólo los que me tomen arreglar el problema en el cableado.

Charlie pensó por un momento que quizá debería chocar su auto en un poste de luz para retenerlo más tiempo, pero descartó rápidamente esa posibilidad. Ya había tenido suficiente con la quemadura en sus brazos.

—Aquí debes girar a la izquierda —señaló al tomar una de las primeras calles del pueblo.

Guio a Eddie hasta la ferretería más surtida que conocía, esa a donde siempre iba con su abuelo y lo esperó en el auto mientras él compraba todo lo que necesitaba.

Charlie, sola en el coche, se revisó los bolsillos un tanto asustada y luego sonrió para sí misma. Llevaba una semana haciendo eso, no se acostumbraba a no tener su móvil con ella y cada vez que no lo sentía en su bolsillo, sufría un pequeño infarto hasta que recordaba que su viaje a 1992 no incluía la tecnología del futuro.

Resignada, sacó su libreta de su mochila y se aseguró de que Eddie aún estuviera lejos para comenzar a rayar.

Resignada, sacó su libreta de su mochila y se aseguró de que Eddie aún estuviera lejos para comenzar a rayar

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El tiempo que nos queda ﹝+18﹞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora