Hermione Granger OS

Trago amargo

–En serio chicos, nunca había visto una mujer tan hermosa y a la vez tan amargada– comentó el joven rubio cenizo a su grupo de amigos ocasionando una ola de carcajadas, esto se les había hecho costumbre últimamente a los nuevos reclutas, la escuela de aurores había recibido una gran cantidad de jóvenes dispuestos a unirse al cuerpo de seguridad del mundo mágico, conocía muy bien a esa generación, son los estudiantes de Hogwarts de primer y segundo año, que presenciaron la segunda guerra mágica, muchos de ellos apenas habían cumplido los 18, si acaso el más mayor llegaba a los 23, el asunto es que al crecer presenciando las atrocidades de la guerra se les creó lo que yo llamó una "falsa valentía" o "síndrome del héroe", creen que porque estuvieron en el colegio durante la batalla les da ciertos puntos de valor, pero la realidad era otra solo, eran un montón de mocosos arrogantes que apenas sabían de la vida, por supuesto respeto los posibles traumas que hayan vivido y los familiares que perdieron, pero que se tomen a la ligera el hablar de ese momento como una forma de crearse un estatus es una falta de respeto para aquellos que realmente participaron, perdonaría eso si estos "niños y niñas" se dedicaran a solo hacer su trabajo, pero no, han dedicado sus horas libres de entrenamiento a intentar meterse en mis pantalones (y el de cualquier otra mujer u hombre que consideren guapo), a intentar conseguir favores de la ministra, es que hasta han tenido el descaro de coquetearme sin ninguna vergüenza, y al parecer ni siquiera tenían el mínimo respeto por su superior, teniendo la osadía de hablar así a mis espaldas, pero si no habían aprendido la disciplina suficiente yo misma me encargaría de enseñarles respeto.

Apreté mis puños detrás de la gruesa columna y me dispuse a salir para que pudieran verme por completo, me deleitaré en su mirada de terror cuando me visualicen.

–Debe ser por eso que su matrimonio fue un fracaso– comentó la chica del grupo, una hermosa pelirroja de cabello corto que le llegaba hasta la mandíbula.

–¿La ministra está divorciada?

–Si ¿no lo sabias?, estuvo casada con el famoso jugador Viktor Krum hace tres años, vivía en Bulgaria con él.

–¿El que se lesionó? – preguntó un chico con lentes cuadrados.

–Sí, ese mismo.

–¿Creen que por eso está amargada? Aun reciente su divorcio con el guapo búlgaro, digo, aunque ya no sea una estrella del quidditch sigue siendo una leyenda y muy guapo.

–Por supuesto que lo reciente, Krum la abandonó para estar con una chica más joven, eso debió herir su orgullo – comentó un pelinegro con pecas en la nariz en tono de sorna– si ella me dejara yo podría consolarla.

–Eso es lo que le hace falta a ese bombón – comentó el rubio.

–¿Qué cosa? – preguntó la pelirroja, siguiéndole el juego al otro idiota, el rubio se llevó ambas manos a la entrepierna acariciándose lentamente el lugar antes de volver a abrir la boca.

–Un gran p...

–Será mejor que no termines esa oración – una voz femenina con un tono siniestro se posó detrás del grupo de jóvenes uniformados, quienes al reconocer a la enorme figura tras ellos se encogieron dando un pequeño brinco en su lugar, el semblante de todos palideció de inmediato, en especial el de el rubio cenizo.

–C...comisario– tartamudeó tragando saliva.

–¿Cómo te atreves a hablar así de la ministra? – preguntó lentamente centrando su fría mirada azul en el muchacho, quien había empezado a temblar – No, más bien ¿Cómo te atreves a hablar así de una persona? Por lo que veo los tenientes Potter y Weasley están siendo demasiados blandos con ustedes, si son tan indisciplinados como para lanzar este tipo de comentarios contra la mayor autoridad en el ministerio – el enojo era palpable en su voz, sin embargo, su tono no se había elevado, no sé qué pero el hecho de verla vestida con su uniforme gris de Jefa de aurores adornado con las medallas de honor la hacía tener mayor autoridad.