Hermione Granger OS

Madame Granger III

—Ya basta abuelo— suspiré por tercera apretando con fuerza mi teléfono— Teddy necesitaba una laptop para sus cursos de diseño de páginas web, además esa le servirá para algo más que hacer tareas, podrá jugar videojuegos, hacer dibujos digitales, edición de videos y practicar programación, sé que es cara, pero créeme el precio lo vale.

—No tenías por qué gastarte tanto dinero en esa computadora, te devolveré la mitad, no me importa el precio, aún no tienes un trabajo fijo, así que necesitas ahorrar la mayor cantidad de dinero posible por si ocurre una emergencia — continuo con su tarareo, rodé mis ojos agradecida de que mis abuelos no estuvieran presentes en el mismo lugar que yo o sino ya me hubieran dado un zape por ser irrespetuosa.

—Abuelo ya te dije que estoy haciendo trabajo independiente, tengo doce clientes para los próximos seis meses que me pagan por hora, ya ni siquiera tengo la necesidad de trabajar en el bar— le replique — créeme tengo todas mis necesidades cubiertas, ese regalo no afecta para nada mis finanzas relájate.

—Sí, pero...

—No hay pero que valga abuelo— lo interrumpí.

—Está bien— murmuró derrotado— pero por favor no más regalos, no hasta que tengas un trabajo fijo.

—Ya tengo un trabajo fijo — me reí, mis abuelos y su mentalidad de que si no trabajas para una gran corporación no es un trabajo que valga la pena— créeme estoy mejor que muchos que trabajan en hospitales ahora mismo, escucha abuelo tengo que irme, por favor salúdame a Teddy y a la abuela Andrómeda cuando lleguen, los llamaré en la noche y diles que los visitaré en dos semanas.

Luego de diez largo minutos más de idas y venidas por fin mi abuelo colgó refunfuñando sobre cómo no es mi responsabilidad cubrir las necesidades de mi hermano y como yo por supuesto le replicaba que en parte si lo era, etc. Suspiré un poco cansada, mis abuelos aun me veían como una adolescente al parecer, no son capaces de aceptar que ya soy adulta y que puedo contribuir a los gastos de Teddy y de la casa.

Justo unos minutos luego de colgar, mi teléfono volvió a sonar indicando un mensaje, por lo cual detuve el auto para leerlo

Mi mujer

Buenos días mi amor, te recuerdo que hoy es el gran día, Harry y Ginny llegaran en una hora, así que lo mejor será que te pongas en camino, convencimos a Ginny para que utilice un antifaz para dormir, así no podrá verte la cara, así que te advierto que te abstengas de hablar, al menos el tiempo suficiente hasta destrozarla.

Sonreí de lado con un poco de malicia, ya era tiempo de mi venganza, esta semana en particular las burlas de Ginny habían sido un poco intensas y fue una verdadera tortura tener que aguantarlas, en varias ocasiones terminé mordiéndome la lengua, recibiendo miradas de advertencia de mi novia para que no abriera la boca, aunque en una ocasión no puede aguantarme, la pelirroja volvió a reírse de mi estatura, cuando otra vez me vio entrando a la mansión con una sudadera con capucha del mismo color que mi cabello, rosa chillón, el hecho de recordarlo hace que reviente de la rabia.

—Oh hola pequeña ¿te perdiste? ¿Dónde dejaste a tu mami? — me habló en un tono de condescendencia y para completar inclinó su cuerpo para quedar a mi "altura", maldita.

—Vete al diablo Ginny— rugí fastidiada colocando mi mochila y herramientas a un lado, peinando mi cabello hacia atrás.

—Uy ¿con esa boca besas a tu madre? — se burló revolviéndome el cabello como a un perro— ¿Quién es una buena chica? ¿Quién?

—¡Déjame! — grité dándole un manotazo intentando peinar mi cabello.

—Eres todo un pequeño cachorro de león.