Hermione Granger OS

MONEDA DE CAMBIO II

Reino de Slytherin

1 año después de la boda

–Nunca me cansaré de esta vista– murmuré apreciando el hermoso panorama desde el balcón del último piso del palacio real de Slytherin donde se encontraba la alcoba matrimonial de las monarcas, el cual dejaba ver la vasta extensión de tierras que rodeaba la gran ciudad de Salazar, sede central del poderío de la casa Black, ciudad ubicada en el puerto más grande del continente, puerto que podía ver desde el balcón de la habitación, era bastante entretenido observar las filas de barcos que atracaban en el puerto, descargando la provisiones para vender e intercambiar para luego embarcar a otro destino, este lugar era tan diferente, las tierras de Gryffindor solían ser bastante húmedas, frías, polvorientas y estériles debido a las excavaciones mineras, sin embargo aquí el clima es tan cálido, tropical y acogedor, el viento a pesar de las altas temperatura no se sentía asfixiante ni cargado de tanto polvo, era tan fácil respirar en especial cuando el olor a la sal del mar se mezclaba con este, las personas aquí son más relajadas, los aristócratas, nobles y ricos a pesar de su fortuna no son tan cuadrados, sus diferencias se remontan a cosas tan simples como la música, los bailes, las tradiciones, su vestimenta la cual es mucho más ligera y suelta, los corceles aquí no son tan ajustados y son de una tela suave que no lastima la piel, las faldas de los vestidos no son tan anchas hasta el punto de parecer una sombrilla, sino que son como una cortina colgada desde la cintura que cae en cascada por las piernas, tanto los hombres como la mujeres utilizaban túnicas traslucidas con prendas blancas debajo cuando el calor intenso azota, hasta que llegan los meses de lluvias y el ambiente se enfría un poco, esta tierra es un paraíso, las frutas tropicales están en todas partes podría paseas por el jardín real, o algún camino principal y encontraría los mismo arboles con decenas de frutas adornando su copa, mis favoritas hasta ahora eran las piñas y los dátiles.

En cuanto a la convivencia nobles-siervos, pues no he visto al primer noble golpear hasta casi la muerte a un siervo por no rellenar su copa de vino rápido, o incluso a los niños pidiendo limosnas en las calles. Es increíble lo mucho que los rumores pueden distorsionar la realidad de una nación, si me hubieran dicho hace un año que estaría casada, con una hija viviendo a kilómetros de distancia de la tierra que me vio nacer me hubiera reído en la cara de esa persona, todo parecía un sueño, T/n es tan diferente a lo que es mi padre como monarca, ella es una verdadera reina en todo el sentido de la palabra, no mueve un dedo referente a las decisiones del reino sin antes analizar los pros y contras de las mismas, y ni hablar de cómo toma mi opinión en cuenta, ella me había involucrado de lleno en el consejo del reino, colocando mi silla junto a la suya en la gran mesa redonda, me incluía en las decisiones de Estado dejando que tomará las que mejor me parecían a diferencia que en el palacio de mi padre donde mi autoridad era socavada por completo incluso por los ciervos, aquí todos y cada uno de los nobles, aristócratas, y siervos me respetaban, algunos de ellos ni siquiera me miraban a los ojos cuando me hablaban, cosa que me molesta, pero eran sus tradiciones, al igual que el rito de luna miel, cada vez que recuerdo esas noches mi corazón se acelera y mis mejillas se enrojecen por completo.

–Su majestad– saludó mi guardia personal Harry entrando a la estancia – una carta de la Marquesa Zabini ha llegado.

–¿Qué dice? – pregunté sin girarme, ya que mi nana estaba peinando mi cabello mientras la brisa marina se colaba por el balcón abrazando y acariciando mi rostro, cabello y cuerpo.

–La está invitando a la fiesta del té– leyó el guardia luego de abrir la carta – al parecer es solo para damas casadas – mencionó con curiosidad, no pude evitar reír ante eso, ya imagino que tipo de fiesta es, las damas de la corte en este país suelen ser muy liberales y sin pelos en la lengua, se excusan en la palabra casadas para dar rienda suelta a su vocabulario para nada decoroso, recuerdo lo aterrorizada que estuve la primera vez que asistía una de ellas y la Duquesa viuda de Malfoy habló de posiciones en el lecho matrimonial y de ciertos elixires de amor.