HERIDA

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PRECAUSIÓN: temas de violencia intrafamiliar, por favor si eres sensible no leas este Shot. 

La vida suele muy incierta a veces, un segundo puede ser maravillosa y al siguiente una pesadilla, los mismos seres humanos lo somos todo el tiempo, cambiantes, oscilantes y volátiles , una persona puede ser alegre y feliz en un instante y al siguiente puede volverse amargada, infeliz y trastornada, yo misma he sido testigo de eso, los últimos dos año de mi vida estaban siendo los más felices de toda mi existencia, mis notas estaban por las nubes, por fin había entrado al equipo de quidditch de Hufflepuff para jugar junto a mi hermano Cedric, había hecho los mejores amigos tanto de mi casa como de otras, tenía una novia maravillosa que iluminaba mi existencia, una familia que me amaba, tenía un hermano.

Ese maldito torneo de los tres magos, maldigo la hora en la que le insistí a Cedric para que pusiera su nombre en el cáliz, verlo tirado en el césped con su rostro pálido sin ninguna expresión, tocar su piel fría y sus ojos vacíos sin ningún atisbo de vida, fue lo más doloroso que pude experimentar en toda mi existencia, escuchar el grito desgarrador de mi padre todavía me persigue en mis sueños.

"¡Es mi hijo! ¡es mi muchacho!"

Ese fue el comienzo del fin para mi estable familia, cuando llegó ese primer verano que regresé a casa sin la presencia de Cedric, me encontré con un hogar desolado, un desierto de hielo donde reinaba la frialdad, mis padres no se hablaban entre ellos mucho menos a mí, apenas interactuábamos más allá de un saludo de buenos día durante el desayuno, mi madre parecía un fantasma que levitaba de aquí para allá limpiando la casa como si esperara visitas inesperadas, manteniendo la habitación de Cec como un Maulodeo, mi padre apenas y salía de su estudio, sabia a la perfección porque pasaba tanto tiempo allí, se estaba embriagando, mi padre jamás había sido un bebedor empedernido, pero la muerte de su hijo lo había trastornado, el padre con el que me encontré al regresar a casa no fue el mismo que me dejó en la plataforma 9 ¾ el 1 de noviembre, ya no me sonreía ni me hablaba como antes, al igual que con mi madre no quedaba ni la sombra de lo que era antes.

Tomando en cuenta todo esto podía lidiar con ello, que tus padres te ignoren duele claro que sí, pero lo prefería a lo que pasó después, como mencioné antes Amos Diggory no era dado a la bebida, era es el punto,  antes del inicio de clases su alcoholismo llegó a un punto incontrolable, pasó de estar triste y deprimido a enojado, completamente colérico debido a las constantes declaraciones del ministerio tratando de lavarse las manos ante la muerte de mi hermano, negando a mas no poder el regreso de quien-tu-sabes, relegando su deceso a una muerte accidental, malditos hipócritas cobardes, mis padres confiaban en el ministerio y sus declaraciones irracionales, mientras que yo por supuesto creía en Dumbledore y Harry ¿Por qué no hacerlo? Él estuvo allí, lo vio con sus propios ojos cuando lo asesinaron, nunca dudaría de la palabra de Potter, él era mi amigo, jamás me mentiría con algo así, pero mis padres no veían lo que yo, ellos incluso insinuaron que Harry pudo haberle hecho algo para quedarse con el premio, cosa que les refuté de inmediato, lo cual fue un terrible error ya que allí empezó nuestro conflicto y me convertí en el objetivo de la rabia mi padre, pasé de ser ignorada a ser un sacó de boxeo emocional y físico.

Cada vez que bebía hasta el amanecer sabía lo que se avecinaba, una paliza, ya sean cachetadas, puños o patadas todos en las partes de mi cuerpo fácil de ocultar y todo bajo la atenta mirada de mi madre que no hacía nada, cuando la llamaba pidiendo ayuda simplemente se daba la vuelta ignorando mis suplicas, al otro día intentaba hacer como si nada había pasado llevando mi desayuno favorito a mi cama e intentando curar mis heridas, pero yo no le permitía acercarse a mí, si no era capaz de venir en mi ayuda cuando mi padre me golpeaba, no podía confiarle a ella la curación de mis heridas. Fueron dos meses de infierno hasta que llegó el primero de noviembre, un nuevo año escolar comenzaba, era la primera vez que volvería al colegio y Cedric no estaría allí, cualquier adolescente de mi edad estaría fastidiada por el inicio de clases pero para mí fue un alivio completo, estaría lejos de mi deprimente familia, de mi padre abusivo y mi madre facilitadora, recuerdo que la noche antes de partir a la estación mi padre me había golpeado como nunca, llevándose mi espalda y abdomen la peor parte, esta vez no solo utilizó sus manos, sino que agrego su cinturón, uno con una hebilla muy gruesa con los bordes afilados, ese fue uno de los peores dolores que he sentido en mi vida, después de la muerte de Cedric, el filo del metal se incrustó en mi piel como si fuera un látigo arrancando una parte con cada azote, no sé ni cuantos fueron, pero después de 10 perdí la consciencia, me desperté al otro día temprano aún en el suelo, con la espalda ensangrentada y el cuerpo entumecido. Ducharme fue una tortura ya que hasta el roce del agua empeoraba el dolor, el ardor era insoportable y debido a que no alcanzaba a ver y tocar mi espalda no podía aplicar ningún ungüento.

Hermione Granger OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora