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Los meses pasaron y, con el tiempo, Jisung y Changbin se fueron volviendo cada vez más cercanos. El bullying en la escuela continuaba siendo preocupante para el castaño, pero a pesar de que se quejaba con profesores y maestras, no había ningún cambio.

A medida de que el tiempo pasaba y los directivos no hacían nada para detener el acoso, los niños comenzaban a tomar cada vez más confianza. De los insultos pasaron a romper sus útiles o tirarlos, después de eso llegaron los empujones y más tardes los golpes se fueron haciendo cada vez más frecuentes hasta convertirse en fuertes golpizas. Pero nunca nadie intervino.

Esto le dolía mucho al pequeño Jisung, lo hacía sentir extremadamente impotente, ya que él no podía hacer nada. A veces sus compañeros lo agarraban para que observara cómo masacraban a su amigo, en esos momentos él no podía evitar llorar desesperadamente, mientras miraba el rostro inexpresivo del pelinegro manchado de ese rojo carmesí.

Nunca podían verse fuera de clases, por mucho que Han lo invitara a salir Changbin le respondía siempre que no tenía el permiso para salir a un lugar que no fuera la escuela. Hasta que un día Jisung tuvo una magnifica idea.

—¿Y si yo voy a tu casa?— cuestionó.

—No tengo casa— respondió el pelinegro.

Seo tenía una enorme facilidad para decir cosas que descolocaban a Jisung. A lo largo de esos meses en una de cada tres conversaciones que tenían, el castaño se quedaba sin palabras, con lo enormemente difícil que era eso. Pero ya comenzaba a acostumbrarse.

—¿Y en donde vives?— volvió a cuestionar.

—En un sótano.

—¿Y acaso ese sótano no está en una casa?

—Sí, pero esa casa, no es mi casa…— respondió Changbin, deteniendo su lectura al recordar lo que pasaba si subía las escaleras.

—¿Y no puedo ir a visitarte a ese lugar?— retrucó Han con entusiasmo.

—Podría preguntar— asintió a medias el pelinegro.

Jisung saltó de emoción como si la respuesta de Changbin hubiera sido enteramente afirmativa. La realidad es que Seo dudaba mucho de que aquello fuera posible, pero realmente quería intentarlo, Jisung era la única persona en el mundo que no le causaba repulsión, era el único que parecía no odiarlo y cuando estaba con él se sentía verdaderamente a gusto.

La primera vez que entabló una conversación con él, le había afirmado que él no era un humano peor que los fantasmas, pero Changbin lo había dudado muchísimo, ya que genuinamente había perdido toda fé que pudiera tener en las personas. Pero Jisung, él era el único que había logrado hacer que cambiara de opinión, algo realmente difícil de lograr.

—¡Mañana me avisas que te dijeron!— gritó Jisung mientras se despedía de su amigo agitando su brazo energéticamente.

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𓏲ָ 𝔖𝔢𝔪𝔭𝔦𝔱𝔢𝔯𝔫𝔬🪷//ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora