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Unos pocos días más tarde, ya se encontraba ahí, dentro de esa enorme y bella mansión. Nunca pensó estar de ese lado de la reja, en estar sobre el sótano, pero ahí estaba, siendo recibido por las personas que casi matan a su mejor amigo en reiteradas ocasiones.

Minho lo llevó inmediatamente  a su enorme habitación, no quería que estuviera mucho tiempo con sus padres, sabía que al menor no le agradaban y que le resultaba incómodo verlos. Por eso mismo los evito a toda costa, utilizando su comodín de niño malcriado.

Jisung observaba la habitación con emoción, ese lugar era más grande que toda su cocina y comedor juntos. Dentro del cuarto había una sala de estar, con sillones y televisión, la cama era un somier enorme y los muebles estaban perfectamente ubicados para dejar espacio y que todo se viera limpio y elegante.

Minho se movía por el lugar con total normalidad, claramente es porque él vivía ahí, pero Han no era capaz de asimilar que esa fuera la vida cotidiana del pelinegro. El piso se cubría casi completamente por una alfombra suave y estaba climatizado, por lo que la habitación siempre estaba calentita.

Jisung recordó que abajo, los empleados dormían con buzos y camperas, debido al frío que sentían. Los pasillos helados y oscuros del sótano se volvían hostiles en invierno, a veces hasta parecía que hacía más frío que afuera. Era impresionante la diferencia que había entre arriba y abajo.

—¿Cómo está Changbin?— cuestionó Lee.

—Mejora de a poco, dice que nunca le había costado tanto recuperarse y que es culpa mía por consentirlo— comentó el menor con una sonrisa, le causaban mucha ternura esos comentarios de su amigo, a pesar del oscuro trasfondo que sabía que tenían.

—Quizás tenga razón— respondió Minho, sonriendo de igual forma.

Él no lo conocía, pero por las cosas que decía Jisung, sabía que no era una mala persona y que no merecía pasar por todo lo que estaba pasando. Además se notaba el cariño que ambos se tenían y Minho realmente quería tener una amistad así, quería que lo quisieran de esa forma, por la persona que era, no por el dinero que tuviera.

—¿A qué te refieres?— interrogó el castaño sin entender.

—Quizás él estaba acostumbrado a levantarse y seguir porque sabía que nadie lo haría por él, pero ahora estás tú para darle un respiro— explicó el mayor.

Jisung analizó sus palabras, sintiendo un pequeño dolor en su joven corazón. Era tan injusto que Changbin tuviera que vivir así, que con su corta edad tuvo que aprender a arreglárselas solo, que absolutamente nadie se hubiera parado a ayudarlo. Le daba mucha bronca pensar en que a todos los que vivían en esa casa, les había dado igual.

—Cuando lo conocí me dijo que los humanos daban más miedo que los fantasmas— habló Han— Ahora entiendo porque.

—Siendo sincero ¿crees que exista alguna justificación para lo que hacen mis padres?— preguntó Minho en un susurro.

—… La verdad no— admitió— Changbin solo tenía unos tres o cuatro años cuando iniciaron los maltratos ¿que puede hacer un niño de esa edad?

El pelinegro asintió con la cabeza sin decir nada. Sentía un enorme nudo formarse en su garganta y un repudio gigante creciendo dentro de sí mismo. Aunque no lo demostraba del todo, se sentía triste, asustado y decepcionado. Nadie jamás espera que sus padres sean unos monstruos.

—¿Ellos nunca habían dado indicios de ser así?— cuestionó Jisung.

—Son personas de la alta alcurnia ¿crees que darían a entender que torturan a un niño en su sótano?— respondió Lee con obviedad— Jamás harían eso, deben cuidar su imagen.

𓏲ָ 𝔖𝔢𝔪𝔭𝔦𝔱𝔢𝔯𝔫𝔬🪷//ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora