Ese día había comenzado siendo especialmente agotador. En su casa todo el mundo había decidido estar de mal humor y como siempre él tenía que estar detrás de todos juntando lo que tiraban y todo lo que ensuciaban. Ya estaba algo acostumbrado, pero comenzaba a molestarle.
Sus padres parecían tener una crisis matrimonial, debido a que ambos trabajaban casi todo el día, no se veían nunca y cuando lo hacían discutían, aunque esa era una rutina bastante normal para ellos, las peleas comenzaban a ser cada vez más fuertes.
—¡¿Crees que yo tengo tiempo para limpiar esta maldita casa?!— reclamó la mujer— ¡También tienes manos y puedes hacer algo al respecto!
—¡Es tu puto trabajo, mujer!
—¡El tuyo también porque ambos trabajamos fuera! ¡Asume de una vez tu responsabilidad, imbécil!— exclamó su madre por última vez, antes de salir de la casa.
Su padre se mantuvo maldiciendo por lo bajo mientras terminaba de desayunar. Afortunadamente sus hermanos menores no habían tenido que escuchar toda esa conversación, era una de las cosas buenas que tenía esa escuela de horario de corrido. Aunque también era difícil tener que ser el único que las soportara.
Le sorprendía que aún no lo regañaran por pasar tanto tiempo fuera de su casa, pero tampoco podían decir mucho. Ellos tampoco estaban y además él mantenía todo el lugar limpio para cuando ellos llegaban, a veces le resultaba complicado, pero la mayoría de las veces lo lograba.
—Jisung— lo llamó el señor Han— Yo ya me voy, quiero ver todo este lugar limpio para cuando vuelva.
Esas palabras le cayeron bastante pesadas, ya que ese día quería ir a ver a Minho, pero con todo ese desastre no iba a poder visitarlo. Pero no era solo eso, él sentía que no estaba bien, esas constantes discusiones, los malos tratos de su padre, la soledad de su hogar, todo se había acumulado en su joven corazón. Necesitaba un abrazo de él, necesitaba estar envuelto en los brazos de Minho.
En tanto su padre cerró la puerta detrás de sí, dejó escapar esas pequeñas lágrimas, dejó que corrieran por sus suaves mejillas mientras imaginaba que Lee llegaba para acompañarlo como por arte de magia. Aunque sabía perfectamente que eso era imposible.
Nunca lo dejaba ver, pero realmente se sentía afectado por todo lo que pasaba a su alrededor. Cuando conoció a Changbin juró que sus padres no eran personas peores que fantasmas, pero con el paso del tiempo ya no sabía si podía decir lo mismo. No sabía si él había cambiado, si sus padres siempre fueron así o simplemente estaban demasiado estresados, pero definitivamente no le agradaba lo que estaba pasando.
Ya no existía ni un rastro de amabilidad, ya no se pedía perdón, no se daban las gracias, no se pedía permiso y el por favor era algo completamente extinto. No sabía en qué momento las cosas habían cambiado tanto, él no recordaba que todo fuera tan cruel.
Pero decidió que lo mejor sería dejar de pensar y comenzar a trabajar, quizás si se apuraba podría hacer tiempo para ir aunque sea unos minutos a la mansión Lee.
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