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Finalmente el día había llegado, sentía los nervios recordarle hasta la última fibra de su cabello, las manos le sudaban a más no poder y la ansiedad comenzaba a carcomerlo. Aún faltaba alrededor de una hora y media para el dichoso encuentro y él aún no tenía ni la más mínima idea de lo que iba a ponerse.

En realidad nunca le había importado demasiado su apariencia, pero ese día era especial, tenía que estar acorde a la ocasión. Minho era un niño con mucho dinero, estaba claro que nunca estaría a su altura, pero por lo menos quería verse un poco mejor.

Debido al helado viento que soplaba en las calles decidió ponerse su mejor hoodie y unos calentitos pantalones térmicos, obviamente se veía ridículamente suave, pero eso le encantaba. Una vez estuvo listo se encaminó hacia el destino acordado con el mayor.

Sentía un enorme nerviosismo crecer sin parar en su estómago, sus piernas no dejaban de temblar y las ganas de salir corriendo comenzaban a atormentarlo

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Sentía un enorme nerviosismo crecer sin parar en su estómago, sus piernas no dejaban de temblar y las ganas de salir corriendo comenzaban a atormentarlo. Tenía que escapar de ese elegante almuerzo, ya no había vuelta atrás.

Había elegido ese día en específico porque en realidad él tampoco tenía muy permitido salir de su hogar y menos si era para ir a deambular por la ciudad. Por esa razón, Minho no tuvo mejor idea que elegir un día en el que sus padres se encontrarán lo suficientemente distraídos como para no darse cuenta de su ausencia y, para su suerte, este almuerzo era en un salón muy conocido en los alrededores del centro de la metrópoli.

La hora acordada se acercaba peligrosamente y el pequeño Lee no era capaz de separarse lo suficiente de sus padres, por lo que decidió recurrir a una de sus armas mortales, la cual detestaba pero siempre servía: ser el típico niño rico caprichoso.

—Voy a ir a la sala de descanso que está en el jardín— avisó el pelinegro sin una pizca de simpatía—No me molesten hasta que termine todo esto.

—Oh… está bien cariño— respondió su madre— Enviaremos a un mayordomo por si necesitas algo.

—No quiero ver a nadie, dejenlo así— negó con fastidio.

Se dirigió al dichoso cuarto de descanso y esperó ahí unos minutos, ciertamente ya estaba cansado de tener que recorrer todo el salón detrás de sus padres, saludando a medio mundo y hablando felices como si realmente les importara lo que les sucedía.

Finalmente, cuando la hora estuvo demasiado cerca, salió por la ventana de la habitación, la cual daba al otro lado de la cuadra. Pudo ver que Jisung se acercaba caminando desde la derecha y se quedó paralizado al verlo salir así de ese lugar.

—¡¿Que carajos haces?!— cuestionó el menor sumamente sorprendido.

—Es que salir por la puerta es muy de normales y eso aburre— respondió Lee, haciendo que el castaño comenzara a reír— Pareces un osito de peluche, te ves muy adorable.

Las risas cesaron y el rojo carmesí no tardó en instalarse en las mejillas de Jisung. En esta ocasión Minho podía verlo perfectamente y estuvo realmente agradecido de ello. Pero a pesar de que le hubiera gustado seguir contemplando las rosadas mejillas del menor, no tenía mucho tiempo hasta que sus padres notaran su ausencia, por lo que necesitaba empezar su travesía con urgencia.

𓏲ָ 𝔖𝔢𝔪𝔭𝔦𝔱𝔢𝔯𝔫𝔬🪷//ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora