capitulo 1

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Mariana

No todo en la vida es perfecto. Siempre lo he sabido, pero guardar un secreto durante casi dos años no es fácil. Aun así, he seguido con mi vida, siendo una excelente arquitecta. A mis 25 años, soy una de las mejores del país. Tengo unos padres maravillosos y estoy felizmente casada con Maximiliano Montemayor, uno de los mejores empresarios de Nueva York. Tengo todo lo que siempre soñé. Ser hija de Rogelio Andrade y Susana Rivas, los mejores arquitectos paisajistas, siempre me ha dado lo mejor a mí y a mi hermano Osvaldo. No sé por cuánto tiempo más seguiré sumergida en mis pensamientos, hasta que Ligia me saca de ellos.

—¿Me estás escuchando, Mariana? Maximiliano te envió un ramo de flores, amiga —Max ha estado enviando flores desde que nos casamos hace dos meses.

—Son hermosas. Y pensar que no creía en el amor —Ligia ríe.

—Amiga, estás perdidamente enamorada de Max. Se nota en tus ojos y en los de él también
.
—No sabes cuánto.

—Son el matrimonio perfecto, Mariana.

—No es perfecto, Ligia, pero tratamos que nuestro matrimonio funcione.

—Bueno, amiga, nos vemos —se despide con un abrazo y sale de mi oficina.

Quedo embobada viendo las flores y recuerdo perfectamente el día que me pidió matrimonio en la playa, algo muy romántico. Max no es del tipo de hombre detallista, pero conmigo es amoroso y cariñoso. Siempre he pensado que es su manera de no mostrarse débil ante los demás. Pienso que soy la mujer más afortunada con el esposo que tengo. Recibo un mensaje de su parte.

Max: "Cariño, nos vemos en casa de tus padres."

Yo:Está bien, allí nos encontramos."

Llegué a casa de mis padres, ya que hoy es el cumpleaños de Osvaldo. Aunque a él no le gusta celebrarlo por lo que pasó hace dos años, el día en que murió su novia. Ese día que ninguno de los dos ha podido olvidar, decidimos que sería un secreto que guardaremos los dos. Así han sido estos últimos dos años, donde todos piensan y actúan como si no hubiera pasado nada. Pero en realidad, ese día dejó de existir Lorena Becker, la novia de mi hermano. Lo veo y me dedica una sonrisa. Tiene los ojos algo rojos; estuvo llorando.

—Feliz cumpleaños, hermanito —sonrie- Ya estás viejito, hoy cumples 28 años.

—Ya diré lo mismo cuando tú tengas mi edad —finjo indignación—. Ven aquí, hermana, dame un abrazo, enana.
Lo abrazo, un abrazo cargado de muchas emociones para ambos.

—¿Cómo te sientes?

—Ya imaginarás, hoy son dos años desde que ella murió, hermana

—Lo sé, hermano. Quisiera cambiar eso, pero no se puede.

—¿Qué pasará cuando descubran lo que pasó esa noche, la causa de su muerte? —Al ver que me quedo callada, prosigue—. Que yo estuve allí y no contigo en Los Ángeles.

—Tranquilo, tú y yo sabemos que no la mataste tú. Tranquilo, no pasará nada malo.

—Eso espero, Mariana.

La verdad es que ese día de su muerte me enteré de algo que mi hermano no sabe, cuál fue la causa de su muerte en realidad. Pero mientras tanto, seguirá siendo mi secreto.

Maximiliano:

Estar frente a la tumba de mi hermana, como lo he hecho desde hace dos años, me hizo jurar encontrar al culpable. Estoy muy cerca de lograrlo. Cuando lo encuentre, no tendré piedad de él, así como no la tuvieron con mi hermana. Tengo poder, dinero, y soy el hijo de quien soy. A pesar de la muerte de Lorena, seguí con mi vida y me casé con una mujer maravillosa, una excelente arquitecta. Mariana Andrade es mi esposa. Hoy, el investigador me dará noticias sobre los avances de la investigación, donde sabré y me enteraré de muchas cosas sobre la vida de mi hermana que desconocía. Estoy en mi oficina, el investigador no tarda en llegar.

—Buenos días, señor Montemayor —lo insto a que tome asiento.

—Buenos días, señor investigador. ¿Cuáles son los avances que tenemos hasta ahora?

—Hemos encontrado al exnovio de su hermana —prosigue—. De hecho, usted lo conoce, es su cuñado, el señor Osvaldo Andrade

—¿Está usted seguro de que el hermano de mi esposa estuvo allí ese día?

—Sí, señor. Según mi fuente de información, el señor Osvaldo fue el último en ver a su hermana con vida —prosigue—. Seguiré investigando, cualquier cosa se la haré saber.

—Perfecto, investiga dónde estuvo Osvaldo ese día y a dónde fue.

—Está bien, con su permiso, señor Montemayor.

Lo veo salir de mi oficina y pienso en muchas cosas, pero sobre todo en qué estaba haciendo Osvaldo con mi hermana y qué le dijo. Si él fue el último en verla antes de su muerte, él sabe algo.

Llegar a casa y ver todo listo para cenar es lo mejor. Tener una esposa que es una excelente arquitecta y buena ama de casa es lo mejor. Al cruzar la puerta, veo esos hermosos ojos azules donde encuentro paz cada vez que los veo. Mi vida, mi corazón late de una manera inexplicable.

—Buenas noches, mi bella esposa —le doy un casto beso en los labios.

—Buenas noches, cariño. ¿Qué tal el trabajo?

—Cansado, pero no hablemos de eso ahora.

—Ve a darte una ducha mientras veo que la cena ya está terminada.

La veo irse por el pasillo que va hacia la cocina, y yo subo las escaleras para darme un baño relajante que me ayude a pensar qué voy a hacer. Cuando venía de camino a casa, estuve pensando en preguntarle a Mariana más acerca de Osvaldo. Escucho que tocan la puerta del baño y me sacan de mis pensamientos.

—Cariño.
—Dime, cariño.
—La cena ya está lista. Te espero abajo para cenar.
—Ya bajo.

Mientras bajaba las escaleras, tomé la decisión de preguntarle ahora. Más que nunca, quiero la verdad sobre lo que pasó. Bajo las escaleras, tomo asiento junto a Mariana, cenamos en un ambiente de paz y armonía. Cuando terminamos nuestros platos, decido empezar con mis preguntas.

—Mariana, tengo una duda. ¿Por qué a tu hermano no le gusta festejar su cumpleaños?
—Porque ese día murió su novia —mi hermana, pienso—. Y desde entonces no le gusta celebrarlo.
—¿Quién era ella? —veo cómo quiere evadir el tema, pero aun así me contesta.
—Se llama Lorena Becker. La asesinaron.

En ese mismo instante, sentí un profundo odio que no podía controlar, un enojo palpable. Mariana se dio cuenta de esto.

—¿Te sucede algo, Max? —noto preocupación en su voz.
—Todo está bien, solo que el nombre y apellido me parecen conocidos —me siento a su lado y le doy un beso. Por esta noche decidí no saber nada más. Ya no había duda, él la había matado. Recibo un mensaje del investigador.

Investigador:"Señor Montemayor, le tengo noticias. Mañana por la mañana paso por su oficina."

Mañana sabré esa verdad que tanto quiero saber a cualquier costo, donde se sabrá si Osvaldo vive o muere. No tendré piedad ante él.

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