Mariana
Después de nuestra sincera conversación esa noche, sentí una mezcla de emociones. La propuesta de Max de formar una familia juntos me había tomado por sorpresa, pero también había despertado una chispa de esperanza en mi corazón. A medida que los días pasaban, esa chispa se convertía en un fuego ardiente de posibilidades y deseos.
Max parecía entender mi necesidad de tiempo para reflexionar, y aunque continuábamos compartiendo momentos juntos con Isabella, también nos dábamos espacio para explorar nuestros sentimientos de manera más íntima. A menudo, encontraba su mirada fija en la mía, llena de complicidad y ternura, y sentía que estábamos más conectados que nunca.
Una mañana, mientras trabajaba en mi oficina, recibí una llamada del recepcionista.
—Mariana, tienes un paquete —anunció—. Parece ser un ramo de flores.
Intrigada, bajé al vestíbulo y encontré un hermoso ramo de rosas rojas esperándome. Una tarjeta estaba atada al ramo, con la elegante caligrafía de Max en el frente. Con manos temblorosas, abrí la tarjeta y leí el mensaje:
"Para la mujer más hermosa que conozco. Espero que estas flores te recuerden lo especial que eres para mí. Con amor, Max."
Las palabras me conmovieron profundamente, y sentí un nudo en la garganta mientras admiraba las flores. Era un gesto simple pero significativo, una muestra del cuidado y la atención que Max ponía en nuestra relación.
Esa noche, cuando Max vino a recoger a Isabella, lo abracé con fuerza y le agradecí por las flores.
—No tienes que agradecerme, Mariana —dijo con una sonrisa—. Solo quería hacerte saber cuánto significas para mí.
Nos miramos el uno al otro, perdidos en el brillo de nuestros ojos, y supe en ese momento que estaba lista para dar el siguiente paso.
—Max, me encantaría pasar más tiempo juntos este fin de semana. ¿Te gustaría venir a cenar mañana por la noche? —le pregunté con una sonrisa nerviosa.
Su rostro se iluminó con una sonrisa radiante.
—¡Claro que sí, Mariana! Me encantaría —respondió, su voz llena de emoción.
Después de dejar a Isabella con su madre, Max regresó a mi casa esa noche. Pasamos la velada cocinando juntos, riendo y compartiendo historias. Había un aire de anticipación en el aire, una sensación de que algo importante estaba a punto de suceder.
Después de la cena, nos sentamos juntos en el sofá, compartiendo una botella de vino y mirando las estrellas a través de la ventana. Hablamos de nuestros sueños y aspiraciones, de los desafíos que habíamos enfrentado y de las alegrías que habíamos compartido.
Y mientras la noche se desvanecía en la oscuridad, Max tomó mi mano con ternura y me miró a los ojos.
—Mariana, hay algo que necesito preguntarte —dijo con voz suave—. ¿Me has perdonado por todo lo que ha sucedido entre nosotros?
Me quedé mirándolo por un momento, sorprendida por su pregunta. Pero luego, una sensación de calma y aceptación me invadió.
—Max, nunca te he guardado rencor. Sé que todos cometemos errores, y yo también he cometido los míos. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. Así que sí, te he perdonado —respondí con sinceridad.
Una sonrisa cálida se extendió por el rostro de Max, y tomó mi otra mano entre las suyas.
—Mariana, quiero que sepas que te amo. Te amo a ti y a Isabella más de lo que puedo expresar. Quiero formar una familia contigo, no solo como padres, sino como una pareja. ¿Me darías esa oportunidad? —preguntó, sus ojos brillando con emoción y esperanza.
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Secretos, Amor y Venganza 💫
Short StoryMariana es una exelente y reconocida arquitecta, ama su trabajo pero hay un secreto que guarda... Maximiliano un excelente empresario y lo que mas desea es venganza encontrar al causante de la muerte de su hermana y esta dispuesto a todo por ello p...