Capitulo 15

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Maximiliano

Han pasado cuatro años en los que he tratado de olvidar a Mariana, pero me ha sido imposible. Intenté iniciar una relación con Sabina, pero no funcionó. No he podido sacarla de mi mente. Pienso en si ella se habrá olvidado de mí o si la veré el día de la boda de Rodrigo y Ligia. He convivido un poco más con Victoria, quien ya tiene cuatro años, aunque no la veo muy seguido, pues descubrí que Sabina me mintió: Victoria no es mi hija, sino de otro hombre. En fin, muchas cosas han pasado estos últimos cuatro años. Mi empresa entró en el top 10 de las mejores, lo cual me enorgullece. Lorena trabaja conmigo también. Rodrigo y Ligia se casan muy pronto.

Me encuentro camino a casa de Ligia. Quedé en reunirme con Rodrigo allí hace más de una hora. Me dijo que era urgente, pero no pude salir antes de la oficina. Al llegar al estacionamiento, me encontré con la persona que pensé no vería hoy: Mariana, quien estaba cerrando la puerta trasera de su coche. Me permití observarla. Estaba tan sumida en sus cosas que la asusté.

—Hola, Mariana.

—Hola, Max.

—¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú?

—Bien.

—Nos vemos, tengo que irme —se despidió rápidamente.

Mariana sigue igual de hermosa, aunque ahora tiene el cabello más corto. No puedo evitar sonreír mientras la observo. Ahora entiendo por qué Rodrigo me dijo que me apresurara: era porque ella estaba aquí.

Subo al ascensor, toco el timbre y Ligia me abre la puerta.

—Hola, Max.

—Hola, Ligia.

—Pasa, Rodrigo está en el comedor.

—Hola —le digo a Rodrigo mientras entro.

—Llegas tarde.

—¿Por qué no me dijiste que Mariana está en Nueva York?

—Pensé que lo sabías. Llegó ayer por...

Dejo de escuchar lo que dice cuando mis ojos captan un juguete y un biberón de bebé sobre la mesa.

—¿Serán padres? ¿O por qué hay un juguete y un biberón aquí? —pregunto, notando cómo ambos se tensan.

—No, es de la hija de una amiga que estuvo aquí esta mañana —responde Ligia.

—Ah, bien.

—¿Cómo te enteraste de que Mariana está aquí? —pregunta Ligia.

—Me la encontré en el estacionamiento.

—Tengo que salir, Max. Quédate en casa, ¿sí? —dice Ligia, diciéndole algo al oído a Rodrigo, quien asiente.

—Y bien, ¿qué sentiste cuando la viste? —pregunta Rodrigo.

—Muchas emociones juntas.

—¿Como cuáles?

—Como que sigo amándola.

—Eso me queda claro. ¿Y qué pasa con Victoria?

—Descubrí que Sabina mintió. Victoria no es mi hija.

—Vaya, hermano. Pero, ¿y la prueba?

—Ella las falsificó.

Pasamos dos horas platicando. Justo cuando estaba por marcharme, llega Ligia con un regalo. Me despido de ambos y salgo hacia mi casa para descansar. Durante todo el trayecto no dejo de pensar en Mariana, en que la amo y que nunca dejaré de hacerlo.

Secretos, Amor y Venganza 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora