Epilogo

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Un año había pasado desde el nacimiento de Mateo, y nuestra vida estaba llena de momentos preciosos y recuerdos que atesoraremos para siempre. Mientras nos reunimos en el jardín de nuestra casa para celebrar el primer cumpleaños de Mateo, no podía evitar sentir una profunda gratitud por todo lo que habíamos vivido juntos.

El sol brillaba cálidamente, y el jardín estaba decorado con globos y guirnaldas, al igual que en los cumpleaños de Isabella. Max y yo nos miramos con complicidad, recordando cuánto habíamos crecido como familia en tan poco tiempo. Isabella corría alegremente, jugando con los otros niños, mientras Mateo observaba todo con curiosidad desde su silla alta.

Isabella, ahora una orgullosa hermana mayor, ayudaba a su hermano pequeño a abrir los regalos, su entusiasmo y amor por él eran evidentes en cada gesto. Verlos juntos me llenaba de una alegría indescriptible. Nuestro hogar estaba lleno de risas, amor y la promesa de un futuro brillante.

Después de la celebración, cuando los invitados se habían ido y el jardín estaba en calma, nos sentamos juntos en la terraza. Max tenía a Mateo en sus brazos, y yo abrazaba a Isabella a mi lado. Miramos el atardecer, disfrutando de la tranquilidad del momento.

-Mariana -dijo Max suavemente, rompiendo el silencio-. A pesar de todo lo que hemos pasado, estoy agradecido por cada momento, bueno o malo, porque nos ha llevado hasta aquí. Ni los secretos ni las venganzas pudieron con nuestro amor.

Asentí, sintiendo una lágrima de alegría rodar por mi mejilla.

-Sí, Max. Nuestro amor es más fuerte que cualquier adversidad. Y siempre lo será.

Decidimos dar un paseo por la playa, el lugar donde habíamos compartido tantos momentos especiales juntos. La brisa marina acariciaba suavemente nuestros rostros mientras caminábamos por la orilla, sintiéndonos en paz y en armonía con el mundo que nos rodeaba.

Al llegar al borde del agua, nos detuvimos y nos tomamos de las manos, mirando hacia el horizonte donde el sol se hundía lentamente en el mar. En ese momento, sentí una profunda sensación de gratitud por la vida que habíamos construido juntos, por el amor que compartimos y por los milagros que habíamos traído al mundo con nuestros hijos.

-Somos muy felices al lado de nuestros hijos, ¿verdad? -dije, mirando a Max con una sonrisa radiante.

Él me devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con amor y gratitud.

-Sí, Mariana. Somos increíblemente afortunados de tenerlos a nuestro lado. Son nuestra mayor bendición.

Abrazados, nos quedamos allí, disfrutando del momento y del amor que nos rodeaba. En ese instante, supe que no importaba lo que el futuro nos deparará, mientras estuviéramos juntos, seríamos capaces de superar cualquier desafío que se presentará en nuestro camino.

Y así, con el sol poniéndose en el horizonte y nuestros corazones llenos de amor y gratitud, cerramos un capítulo de nuestra historia, sabiendo que muchos más nos esperaban. Porque al final del día, lo único que realmente importa es el amor que compartimos, y eso es algo que siempre nos mantendrá unidos, hoy y para siempre.

Al final de dia era lo que tanto amabamos los momentos felices en familia...



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GRACIAS POR LEER

Agradesco a cada una de las personas que se tomo su tiempo para leerlo

los quiero

Secretos, Amor y Venganza 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora