Capitulo 3

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Mariana

Hoy salí temprano de casa, no sin antes dejar en el despacho de Max las pruebas de que no le mentí. Sé que debe ser frustrante saber que fui la última persona en ver con vida a su hermana, pero no tenía derecho a llamarme mentirosa, mucho menos a gritarme como lo hizo. Sin embargo, no he dejado de pensar por qué Osvaldo mintió sobre dónde estuvo esa noche. Recuerdo perfectamente que él llegó el día de la muerte de Lorena a mi departamento en Londres.

**Hace dos años**

Hoy estoy más cansada que de costumbre. Acoplarme al trabajo y a los estudios no es fácil. Es el cumpleaños de Osvaldo y, hasta donde sé, no lo celebrará con su novia. Me contó que terminó con Lorena hace una semana. Tocan el timbre y, al abrir la puerta, no puedo evitar sonreír: es Osvaldo.

—Sorpresa, hermanita —noto que tiene los ojos rojos y no trae maleta.

—¿Pasó algo, Osvaldo? ¿No se supone que pasarías tu cumpleaños con tus amigos?

—Sí, pasó algo —veo cómo se le cristalizan los ojos—. Está muerta.

—¿Quién murió, Osvaldo? —Me hago a un lado para que entre.

—Lorena. La mataron, Mariana.

—¿Cómo que murió? ¿Qué sucedió?

—Me llamaron para decirme que la asesinaron.

—¿Estás seguro de eso?

—No.

—Déjame llamo a Claudia para ver qué sucedió.

Me comunico con Claudia y, efectivamente, Lorena había muerto. La asesinaron en una fábrica abandonada, tres impactos de bala. Regreso con Osvaldo.

—Llamé a Claudia.

—¿Qué te dijo?

—Que sí, Lorena fue asesinada. Voy a preparar mis cosas para salir hacia Nueva York.

—Quería creer que era mentira, pero no lo es —llora desconsolado y lo abrazo.

**Actualmente**

Recordar aquel día me hace pensar que quizás Max tenga razón y Osvaldo tenga algo que ver con la muerte de Lorena. No sé, todo es muy confuso, y solo hay una persona que puede ayudarme: Emiliano Robles, la persona que forma parte de mi pasado, de mi secreto.

Salgo de la reunión y me encuentro con la grata sorpresa de la visita de Maximiliano y dos ramos de tulipanes en mi escritorio. Hoy luce un traje negro, siempre impecable. Al entrar, cierro la puerta.

—Buenos días, hermosa.

—Buenos días. ¿Qué haces aquí, Maximiliano?

—Hola, cariño, ¿cómo estás? Bien, gracias, ¿y tú? —Lo dice con sarcasmo.

—Qué chistosito —sonrío.

—Vale, tú ganas. Vine a disculparme —me entrega los dos ramos de tulipanes.

—Mira, sé que en parte lo que dijiste es cierto, y tampoco sé si Osvaldo tiene algo que ver. —Se levanta de la silla y viene hacia mí, extendiéndome la mano—. Discúlpame, no quise ofenderte ni hacerte llorar. Lo que más detesto es lastimarte, y verte llorar me dolió más que cualquier cosa.

—Está bien, ya dime a qué más viniste, porque eso de que solo a pedir disculpas, no te lo creo —sonrío.

—Por eso te amo, porque me conoces. Vine a invitarte a cenar y en casa hay otro pequeño regalo.

—Bien —me da un beso en la coronilla.

—Me tengo que ir. Paso por ti a la casa —me da un beso casto en los labios.

Secretos, Amor y Venganza 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora