Capitulo 24

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Maximiliano

A la mañana siguiente, nos despertamos con una sensación de anticipación por lo que el futuro nos deparaba. Sabíamos que teníamos mucho por hacer para planificar nuestra boda, pero también sabíamos que cada momento sería especial, lleno de amor y significado.

Después de desayunar juntos, Mariana y yo nos sentamos en el sofá con una libreta y comenzamos a hacer una lista de todas las cosas que necesitábamos organizar. Desde la elección del lugar hasta la selección del menú y la música, cada detalle era importante para nosotros.

Mientras trabajábamos en los preparativos, Isabella entró corriendo en la sala de estar, con una sonrisa radiante en su rostro.

—¿Qué están haciendo? —preguntó, su curiosidad palpable en el aire.

—Estamos planificando nuestra boda, cariño —respondió Mariana, con una sonrisa—. ¿Quieres ayudarnos?

Los ojos de Isabella se iluminaron con emoción y asintió con entusiasmo.

—¡Claro que sí! —exclamó, tomando un bolígrafo y uniéndose a nosotros en el sofá.

Pasamos la mañana juntos, discutiendo ideas y tomando decisiones sobre cada aspecto de nuestra boda. Era maravilloso tener a Isabella involucrada en el proceso, y su entusiasmo y creatividad nos inspiraban a cada paso del camino.

Después de horas de planificación, finalmente terminamos nuestra lista y nos miramos el uno al otro con satisfacción.

—Creo que hemos hecho mucho progreso hoy —dijo Mariana, con una sonrisa—. ¿Qué te parece si celebramos con un picnic en el parque?

Asentí con entusiasmo, emocionado de pasar más tiempo juntos como familia.

—¡Me parece perfecto! —respondí, levantándome del sofá y ayudando a Isabella a recoger sus cosas.

Salimos al parque y encontramos un lugar tranquilo para sentarnos. Extendimos una manta en el suelo y desempacamos la comida que habíamos preparado juntos. Mientras comíamos y disfrutábamos del hermoso día, no pude evitar sentirme agradecido por tener a estas dos mujeres increíbles en mi vida.

Después del picnic, nos quedamos un rato más en el parque, jugando y riendo juntos bajo el cálido sol de la tarde. Era un momento simple, pero lleno de amor y felicidad, y supe que lo recordaría por el resto de mi vida.

Cuando finalmente llegó la hora de irnos, nos levantamos y nos abrazamos, sintiendo la conexión especial que compartíamos como familia.

—Hoy ha sido un día maravilloso —dijo Mariana, sonriendo—. Estoy emocionada por todo lo que el futuro nos depara.

Asentí, mirando a las dos mujeres que significaban todo para mí.

—Yo también, Mariana. Estoy agradecido por cada momento que compartimos juntos, y estoy ansioso por muchos más en el futuro —respondí, con una sonrisa.

Nos dirigimos de regreso a casa, con el sol poniéndose en el horizonte y el amor llenando nuestros corazones. Sabía que teníamos un largo camino por recorrer antes de que llegara el día de nuestra boda, pero también sabía que mientras estuviéramos juntos, podríamos superar cualquier desafío que se interpusiera en nuestro camino. Y con esa certeza en mi corazón, miré hacia el futuro con esperanza y emoción, listo para enfrentar lo que viniera junto a Mariana y nuestra querida hija Isabella.

Después de una jornada llena de preparativos para la boda, Mariana y yo nos sentamos juntos en el sofá, disfrutando de un merecido descanso. El sol se filtraba suavemente por las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor en la sala de estar.

—¿Te imaginas cómo será nuestro día de la boda? —preguntó Mariana, con una chispa de emoción en los ojos.

—Sí, me lo imagino perfectamente —respondí, con una sonrisa—. Será un día lleno de amor, alegría y felicidad. No puedo esperar a verte caminar hacia mí, radiante y hermosa, lista para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas juntos.

Mariana sonrió y se acercó a mí, colocando su cabeza en mi hombro.

—Y yo no puedo esperar para verte en el altar, esperándome con una sonrisa en el rostro. Será el día más feliz de nuestras vidas, estoy segura —dijo con ternura.

Nos quedamos un rato más en silencio, perdidos en nuestros pensamientos y emociones. Habíamos esperado tanto tiempo para este día, y ahora que finalmente estaba cerca, no podíamos evitar sentirnos abrumados por la emoción.

Después de un momento, nos levantamos del sofá y nos dirigimos hacia la cocina para preparar la cena juntos. Mientras cortábamos las verduras y encendíamos el fuego, compartimos historias y recuerdos de los momentos especiales que habíamos vivido juntos a lo largo de los años.

La cena fue simple pero deliciosa, y nos sentamos juntos en la mesa, disfrutando de la comida y la compañía del otro. Había una sensación de paz y gratitud en el aire, como si estuviéramos exactamente donde debíamos estar, en ese momento y en ese lugar, listos para enfrentar lo que el futuro nos deparara.

Después de la cena, nos quedamos un rato más en la cocina, charlando y riendo juntos. Sabíamos que teníamos mucho por hacer antes del día de la boda, pero también sabíamos que mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.

Con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de amor, nos retiramos a nuestra habitación, listos para descansar y soñar con el día que cambiaría nuestras vidas para siempre. Y mientras cerrábamos los ojos y nos dejábamos llevar por el dulce abrazo del sueño, sabíamos que el mejor estaba aún por venir.

Al día siguiente, nos despertamos con una sensación renovada de emoción y anticipación. Sabíamos que teníamos mucho por hacer para prepararnos para el gran día, pero también estábamos emocionados por cada paso del camino hacia nuestra boda.

Decidimos comenzar el día con una visita al lugar donde celebraríamos nuestra ceremonia. Nos dirigimos al jardín junto al mar y nos encontramos con el coordinador del lugar para revisar los últimos detalles y asegurarnos de que todo estuviera en orden. Mientras caminábamos por el jardín, imaginábamos cómo se vería el lugar lleno de nuestros amigos y familiares, y nos llenaba de alegría saber que pronto estaríamos intercambiando nuestros votos en ese hermoso entorno.

Después de la visita al lugar, nos dirigimos al centro de la ciudad para elegir nuestras alianzas de boda. Recorrimos varias joyerías, admirando los diferentes estilos y diseños, hasta que finalmente encontramos las perfectas para nosotros. Nos miramos el uno al otro con una sonrisa, sabiendo que estas simples bandas de oro simbolizaban nuestro amor y compromiso el uno con el otro.

Con las alianzas de boda elegidas, nos dirigimos a casa para continuar con los preparativos. Mariana se ocupó de finalizar los detalles de la decoración mientras yo me encargaba de coordinar los aspectos logísticos. Trabajar juntos en los preparativos nos unía aún más, y cada decisión que tomábamos nos acercaba más al momento en que nos convertiríamos en marido y mujer.

Por la tarde, nos reunimos con nuestros padres para compartir con ellos nuestra emoción y pedirles su bendición para el matrimonio. Sus rostros se iluminaron con alegría y orgullo al escuchar nuestras palabras, y nos abrazaron con amor y afecto, deseándonos lo mejor en este nuevo capítulo de nuestras vidas.

Después de la reunión con nuestros padres, nos tomamos un momento para nosotros mismos, disfrutando de la tranquilidad y la paz antes del ajetreo del día de la boda. Nos sentamos juntos en el sofá, abrazados y sintiendo el amor y la conexión que compartíamos. Sabíamos que nuestro amor nos llevaría a través de cualquier desafío que enfrentáramos, y estábamos listos para enfrentar el futuro juntos, mano a mano, corazón a corazón.

Con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de amor, nos retiramos a nuestra habitación para descansar y soñar con el día que cambiaría nuestras vidas para siempre. Y mientras nos quedamos dormidos, nos aferramos el uno al otro, sabiendo que nuestra boda sería el comienzo de una nueva aventura llena de amor, alegría y felicidad.



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Secretos, Amor y Venganza 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora