Capitulo 10

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Mariana

**Dos largas semanas** habían pasado desde mi regreso, y nada ha sido fácil. Las cosas no pueden ir peor. Mis padres se fueron a Londres, alegres porque estoy viva, pero tristes por la muerte de Osvaldo. Max está distante; llega tarde del trabajo y se va temprano. Estamos en una situación en la que ambos intentamos no dañarnos, pero con el paso del tiempo, inconscientemente lo estamos haciendo. Él cree que lo odio por lo de mi hermano, pero no es así. Al final de cuentas, me ahorró la carga de tener que matarlo yo misma, porque iba a hacerlo. Osvaldo no era ningún santo. Siento pena por su muerte, pero hasta ahí.

Esta semana tengo que hacer un viaje a Rusia, y debo comentárselo a Max. Además, teníamos una cena con su madre, pero no podré asistir. Hacía mucho tiempo que no visitaba la empresa de Max. Su asistente no estaba en su lugar, pero lo que mis ojos vieron al entrar fue algo que no podía creer. Sentía un nudo en la garganta por las lágrimas que estaba reteniendo. Max estaba besando a su asistente. Reuní todo el valor que tenía para llamar su atención.

—Buenos días, Maximiliano —dije con voz firme. Cuando me vio, su rostro reflejaba sorpresa—. Tenemos que hablar.

—Mariana, cariño, ¿qué haces aquí?

—Soledad, ¿nos permites hablar a solas? —le pedí a su asistente.

—Mariana, puedo explicarlo, escúchame —Max intentaba justificarse.

—¿Lo que vi tiene alguna explicación? No me hagas reír, por Dios —sentía una rabia inmensa por dentro; quería gritarle.

—No te estoy engañando con Soledad, Mariana, si eso es lo que piensas.

—No estoy imaginando nada, Max. Te vi besarla —su silencio me lo decía todo.

No sé en qué momento se había acercado ni cuándo dejé de retener las lágrimas. Solo sentí su pulgar acariciar mi mejilla.

—Escúchame, lo del beso con Soledad no significa nada para mí.

—Te haré una pregunta y quiero que me seas sincero. *¿Me estás engañando?

—Jamás lo haría. Nunca te he sido infiel*.

—Solo venía a decirte que no podré asistir a la cena con tu madre porque tengo que viajar a Rusia.

—Mariana, ¿me has perdonado? —Su pregunta me dejó sin palabras.

—Hasta luego, Mariana. Buen viaje.

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Después de salir de la oficina de Max, me di cuenta de que mi matrimonio era una farsa. Algo que ya no era real para ninguno de los dos. Ambos necesitamos alejarnos para saber si en verdad nos amamos o no. Sé que Max se siente atraído por Soledad; no encuentro otra explicación para el beso. Durante todo el vuelo no pude dejar de pensar en la misma situación, buscando respuestas que no había.

Cuando estuve frente a una de las mejores empresas de arquitectura en Rusia, sentí que todo lo que había estado pensando se desvanecía. Todo se transformó en paz. Lo que estaba a punto de hacer era lo mejor: firmar una sociedad con esta empresa y ser parte de ella, como lo había soñado.

Recorrí cada parte de la empresa. Era magnífica, sin duda alguna. Ya tenía mi segundo lugar favorito, después de mi casa y mi empresa. Al finalizar el recorrido, firmé la sociedad con *Monstruo Invest*.

Pasé el resto del día visitando lugares. En ese momento, mi teléfono sonó. Era un mensaje de Max:

_"Espero que te encuentres bien."_

Sonreí como una tonta al leer el mensaje. Pase lo que pase, Max siempre estaba ahí para mí. Decidí responder:

_"Lo estoy."_

Había terminado todo en Rusia y regresaría esa misma noche para asistir a la cena con mi suegra al día siguiente, y así poder aclarar de una vez por todas la situación con Max.

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Cuando llegué a casa, escuché ruidos provenientes del despacho de Max. Estaba discutiendo con Lorena.

—*Entiende, Lorena, no puedo decirle la verdad.

—*Estás siendo injusto. Ella merece saber la verdad. ¿Qué pasará cuando se entere?

—*Mientras eso no suceda, tú no dirás nada. Eres mi hermana y tienes que apoyarme.

—*¿Y si ella viene y se presenta ante Mariana?

—*No lo hará.

—*¿Cómo estás tan seguro de que no vendrá a decirle que es tu exnovia y que hay una niña que posiblemente sea tu hija?.

No pude seguir escuchando. Sentía mis lágrimas rodar por mis mejillas. Pero no seré yo quien impida que esa niña crezca lejos de Max si realmente es su hija. Subí directamente a la habitación, tomé la fotografía de nuestra boda y pensé en lo que hemos vivido, en los secretos que han marcado nuestra relación. Por accidente, la fotografía resbaló de mis manos y cayó al suelo, rompiéndose en pedazos. En ese instante, Max entró alarmado.

—*Mariana, ¿te lastimaste?

—Estoy bien. No me toques —dije, sorprendida por mis propias palabras—. Iré por algo para recoger los vidrios.

—Está bien, yo lo haré. ¿Segura que estás bien?

—Claro que lo estoy —respondí, viéndolo salir de la habitación.

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Tenía que hablar con Lorena, Había mucho que aclarar. Debía decirle que ya sabía la verdad sobre quién era ella y la niña. Por ahora, fingiría que no sabía nada, pero cuando llegue el momento, Maximiliano tendrá mucho que explicarme, sobre todo el porqué me ocultó algo tan grave.

Pasé el resto del día pensando en quién podría ser esa mujer y si realmente estaba dispuesta a enfrentar todo esto. Me pregunté si sería capaz de volver a ser la mujer fría y dura que una vez fui, antes de conocer a Max. Pero una cosa es segura: él descubrirá que pudo haberme dicho la verdad, pero no lo hizo, y tendrá que enfrentar las consecuencias de su cobardía. Lo que no sabe es que está a punto de conocer la mejor versión de mí, una que él jamás ha visto.

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Secretos, Amor y Venganza 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora