Marginada, bastarda, impura, bruja y mestiza. Son algunas de las palabras que he escuchado toda mi vida.
El mundo mágico se rige por reglas tan antiguas como los mismos guardianes. La mas importante de todas, que criaturas como yo no existan.
A ve...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Merida
Entré a casa. Vi por la ventana, moviendo un poco la cortina, cómo Hipo se alejaba.
- ¿Estuviste toda la tarde con él? -
Escuché a Tadashi. Solté un suspiro, dejé la cortina y también mis cosas para poder quitarme el suéter. Ignoraba su mirada, lo pasé de largo hasta llegar a la cocina y tomar un trago de jugo.
- Merida. -
- ¿Cuál es tu problema?... ¿Qué demonios fue eso? -
- Ese tipo no me agrada. -
- No lo conoces... y la mitad del pueblo no te agrada, Tadashi. -
- Sabes por qué pienso así. -
- El encerrarte aquí no va a cambiar nada de lo que somos y el derecho que tenemos de estar afuera y tener una vida. -
Cerré el refrigerador con fuerza; empezaba a enojarme. Uno podría pensar que en esa casa mandábamos todos por igual y de alguna manera así era, pero Tadashi siempre fue el protector de todos nosotros. No sé si era su papel de hermano mayor por Hiro; Rapunzel y yo agradecíamos la preocupación, aun así, a veces exageraba y era sobreprotector. Me alcanzó en la sala y tenía una postura seria.
- Lo conocí en la mañana ¿Sí? Callaghan y yo lo trajimos al pueblo, pareció amable... -
- Lo es. -
- No me dio su nombre. No dijo quién era. -
- No me imagino como se lo preguntaste. -
Me vio molesto. Esa discusión era más común de lo que parecía o de lo que quisiera.
- ¿Cómo lo conociste tú? -
- Es hermano de Jack. Me lo presentó hace unos días. -
- ¿Jack?... ¡Ay por favor!... -
- ¡Son hermanastros!... al menos eso entendí. -
Seguía en negación, enojado, pero no me decía exactamente por qué. La mención de Jack no ayudó ya que tampoco le agradaba mucho.
- Iré a dormir. -
- Está mintiendo. -
- ¿Y ahora de qué hablas? -
Le respondí fastidiada.
- Le pregunté de donde era y dijo que de Escocia... pero es mentira. -
- ¿Y cómo lo sabes? -
Abrió la boca, pero no dijo nada, no sabía que responder.
- No... no tiene... es... solo no me agrada. -
- ¡¿Pero por qué?! -
- ¡Instinto de dragón! ¡¿De acuerdo?! -
Y hubo un silencio. Él se volteó y jaló un poco su cabello frustrado por querer explicar algo que no podía y de alguna forma yo no entendía.