Capítulo 7 | Conflicto

87 8 7
                                    

Merida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Merida

Estaba acostada en el pasto, respirando con cansancio, sudando y queriendo quedarme ahí a descansar. Escuché unos pasos que se detuvieron a mi lado; se acostó igual en el pasto a mi lado. Sonaba tan cansada su respiración como la mía.

- Ya no puedo más, Mer. -

- Lo sé... yo igual quiero descansar, Hiro. -

Vimos las hojas de los árboles y como el viento las movía. Era un aire fresco, fuerte y con él la temporada de otoño llegaba; vientos, nubes y lluvias.

- ¡Vamos, holgazanes! ¡Arriba! Una más. -

Intercambié miradas con el pequeño y ambos torcimos los ojos; aun así, nos levantamos. Volvimos a tomar nuestras posiciones de ataque, Tadashi estaba al frente.

- Bien, está vez, ambos se transformarán y tratarán de atraparme. Hay buen viento. Hiro, podrás volar más rápido, pero las hojas cayendo será un obstáculo para ti, Merida. -

Asentimos. Vi como Hiro respiraba profundamente; sus ojos cambiaron y su piel se expandía, crecía, salían alas y de pronto un hermoso dragón plateado estaba ahí. Tadashi había entrenado con él en las últimas semanas, habían hecho un increíble trabajo. Luego, ambos me vieron; seguía poniéndome algo nerviosa, pero había decidido intentar. Entrenar con los chicos me pareció buena idea. No usaba mi magia, no; pero poder controlar mi transformación con Hiro pareció una aventura que me gustaría.

Fue mi turno, respiré hondo; sentí toda mi sangre moverse más rápido por mi cuerpo, sentí cómo me hacía más grande, crecía pelo por todas partes y mis risos rojos desaparecieron. Estaba lista, en cuatro patas y rugiendo a Tadashi.

Él solo sonrió y comenzó a correr, justo como dijo. El correr con demasiadas hojas cayendo me dificultó algo la vista, pero al menos Hiro me guiaba por los cielos. Creímos haberlo acorralado, pero la tierra debajo de mí atrapó mis patas; vi al cielo y Hiro peleaba contra unos árboles. Tadashi nos ponía prueba, cada vez más complicadas, siempre debemos avanzar, tratar de derribar el muro siguiente. Comencé a mover los dedos, que mis garras se movieran la tierra para poder soltarme; a penas me liberé, corrí a alcanzarlo, levantó un muro de tierra, lo rodeé y rugí. Tadashi sonrió, iba a correr, pero un rayo lo alcanzó y lo empujó lejos.

- ¡Tadashi! -

Todo poder de tierra cayó. Volví a mi forma normal y corrí a verlo.

- Tad, Tadashi... háblame. -

Hubo algo de viento fuerte, Hiro aterrizó y al transformarse corrió hacia nosotros.

- ¡Tadashi! ¡Perdón!... ¡Perdón! ¡¿Estás bien?! -

No respondió y no quería a Hiro cerca, pero el pedirle que se fuera no iba a pasar y alejarlo lo alteraría. Por suerte y para mi tranquilidad Tadashi sujetó nuestras manos.

Sangre MestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora