Marginada, bastarda, impura, bruja y mestiza. Son algunas de las palabras que he escuchado toda mi vida.
El mundo mágico se rige por reglas tan antiguas como los mismos guardianes. La mas importante de todas, que criaturas como yo no existan.
A ve...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hipo
Me ponía muy incomodo la mirada de Jack, en serio no sabía si estaba enojado, decepcionado o preocupado por mí.
Gothi terminó de revisarlo al igual que a Astrid. Gothi nos dijo que la acompañaría a casa y nos quedamos en la cabaña solos. No sé cuanto duró el silencio, pero quise terminarlo.
- Jack... -
- Dime que no es cierto. Dime... que no es en serio. –
Bajé la cabeza y él se levantó, dio unas vueltas al cuarto y cubrió su boca; estaba asombrado, creo que, pensó que jamás sería capaz de cruzar esa línea.
- ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡¿Estás consciente de esto?! –
- ¡Si! ¡Lo creas o no! Sí soy consciente... tanto... que traté de evitarlo. –
Se rio un poco.
- Perdóname si no te creo ya que una vez saliste corriendo tras ella. –
Suspiré, tenía razón.
- Jack... yo... -
- Tenemos leyes... el mundo mágico se rige por ellas. –
- Ninguna me prohíbe estar con una humana. Solo la mezcla de sangres mágicas está prohibida. –
- No quieras hacerte el genio ahora, Hipo. No es prudente. –
Terminamos frente a frente del otro, viéndonos directamente y peleando por la razón de la discusión.
- Yo la amo, Jack. Y no voy a dejarla. –
Se volteó frustrado, me conocía muy bien, supo que hablaba en serio.
- Merida... ella... no puedes... ¡La pones en peligro! –
- ¡Ya está en peligro! Los mestizos... la hechicera oscura, están atacando en el mundo humano. –
- ¿Qué? –
- No te lo dije porque te preocuparías más y porque sabrías que iba al mundo humano sin ti. –
Me prestó atención.
- Estaba en Storybrooke en la playa cerca del bosque y la vi. Una sombra oscura como la última que nos enfrentamos, estaba a punto de atacar a Merida. –
Su furia bajó y la sorpresa con preocupación ocupó su mente.
- La detuve y por suerte salvé a Merida. Y ahí, en ese momento, prometí que la protegería. –
Hice un énfasis, volví a pararme frente a él por completo.
- Y no voy a dejar a Merida. –
Repetí. Pareció meditarlo por un momento, pero seguía molesto. No dijo nada más y fuimos a casa. Mamá nos recibió con una rica cena, dentro de todo lo que pasó, papá nos felicitó por aguantar la batalla y mínimo capturar a la informante de Namaari, Raya.