El rey de nunca jamás y los niños perdidos

Capitulo 16

Max Verstappen (Peter Pan)

⚠️Advertencia de actitud cuestionable y asesinato⚠️

Me saca del sueño alguien que patea mi cama.

—Más vale que esto sea importante.

—Los cuates están dando una fiesta —dice Lewis— Y Darling está borracho.

Me incorporo de golpe, con una emoción extraña que me arde en mi pecho.

—Niet neuken. (No jodas)

—Si. Eso es lo que he dicho.

—¿Por qué no los detuviste? ¿O a el?

—No soy su niñera.

—Lewis, por el amor de Dios. —Tiro la sábana hacia atrás mientras él enciende la lámpara de la mesilla de noche y la luz hace que me arda la vista inmediatamente. Voy hasta el rincón para agarrar mi ropa. Tengo prisa por subir las escaleras, pero todavía hay luz solar en el aire. Puedo sentirla.—¿Qué tan borracho está? —Pregunto y me pongo los pantalones.

Juro por Dios que si alguno de esos imbéciles lo toca...

Lewis se encoge de hombros. —Estaba en el regazo de uno de los nuevos Niños Perdidos cuando bajé.

Un gruñido retumba en mi pecho. Lewis estrecha los ojos, mirándome con una aprensión distante. Está viendo algo que ninguno de los dos reconoce.

Me pongo una camisa y me dirijo a la puerta, con la mano preparada para abrirla de un tirón mientras cuento los segundos hasta la última gota de luz.

—Piensa en lo que vas a hacer —dice Lewis perezosamente detrás de mí.

—Deberías haberlo vigilado.

—¿Por qué nos importa si se coge a un Niño Perdido de todos modos?

El solo pensarlo hace que quiera vomitar bilis

—Me importa.

—¿Por qué?

Inclino la cabeza y tomo aire.

No tengo una maldita buena respuesta para eso y el silencio es revelador. ¿Por qué me importa? La regla de no tocar a los Darlings sólo se refiere a mí, a Charles, a Carlos y a Lewis. Porque somos los únicos que importan. Me importa un carajo lo que hagan los otros Niños Perdidos. Así que la pregunta sigue siendo: ¿por qué me importa? No lo sé. No sé por qué.

Follar con un Darling no tiene nada que ver con meterse en su cabeza. Son los recuerdos heredados los que necesito. No el bonito culo de Sergio.

—Estás siendo imprudente —dice Lewis—. Tienes la costumbre de ser imprudente, pero ahora mismo no lo entiendo y no me gusta. —Apoya la espalda en la pared junto a la puerta y se hurga en las uñas—. Tal vez deberías detenerte un segundo y considerar las opciones...

El sol se hunde en el horizonte y abro la puerta de un tirón.

—Muy bien. La violencia será. —Me sigue por las escaleras. Las subo de dos en dos.

Y durante todo el camino, su voz es un canto detrás de mí.

—Tres, dos, uno. Uno, dos, tres. Más vale que tengas cuidado: Peter Pan te va a asesinar.

Las puertas que dan al patio se abren de par en par y se filtra la música. Me dirijo hacia allí y examino la multitud de Niños Perdidos, la frescura de la noche aún es lo suficientemente brillante como para que los faroles sean sólo un resplandor nebuloso.

Veo a Checo al otro lado del patio montado a horcajadas sobre un chico rubio.

El pecho de Checo está en su cara y él lo mira, con ojos estrellados y hambrientos.

Ese nudo vuelve a mi pecho. Estoy ciego de rabia.

Algunos de los demás me ven y se encogen, de modo que la multitud se divide mientras yo la atravieso. El Niño Perdido me ve llegar y frunce el ceño. Entonces mira de nuevo al chico y un amanecer llega a sus ojos inyectados en sangre mientras el horror le invade.

—Oh, mierda. Max, no sabía...

Le quito a Sergio y lo arrojo a los brazos de Lewis.

—¡Oye! —grita.

Apenas tengo magia, pero tengo poder.

Por eso, cuando agarro el respaldo de la silla del chico y le doy un puñetazo en el pecho, atravieso el hueso, rodeo con mis dedos su corazón y se lo arranco.

La sangre salpica, pintando la noche en manchas de color carmesí. Cuando me salpica la cara, finalmente exhalo y la urgencia desaparece.

El grupo se queda en silencio mientras la sangre cae sobre la piedra. El chico se desploma en la silla, con los ojos muy abiertos y muertos.

Cuando me giro hacia el Darling, con un corazón en la mano, sus ojos están llenos de lágrimas.

Bien.

Tiene que saber... que aquí no hay caballeros blancos.

Sólo monstruos.

Y yo soy el peor.