Capítulo 1

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Sergio Pérez

No he asistido a un instituto normal en más de dos años, pero aun así me encuentro ligando con el mariscal de campo estrella en el asiento del copiloto de su todoterreno.

Es malo en el sexo, pero magnífico en el campo.

Si tan solo me gustara el fútbol y odiara el sexo.

Ricciardo empuja dentro de mí y yo hago la cara de estrella del porno que sé que le gusta.

Finjo llegar al orgasmo con él.

No soy una estrella del porno, pero soy el hijo de una prostituta, así que creo que se bastante sobre eso.

—Oh, joder, sí, Checo. Joder. Oh, nene —Su agarre sobre mí es húmedo y suelto. Está temblando como el niño que es.

Tenemos la misma edad, pero décadas de diferencia.

—Joder —dice y respira aire caliente contra mi pecho desnudo—. Eso fue muy bueno. ¿Fue bueno?

La falta de confianza es insufrible. No sé si alguna vez me he acostado con un hombre seguro de sí mismo.

O tal vez eso esté mal.

Tal vez sólo son seguros de sí mismos en la conquista.

—Muy bueno, cariño. Eres tan bueno en el sexo.

Y yo soy tan bueno mintiendo.

Me sonríe mientras continúo a horcajadas sobre él y luego se estira y me planta un beso en la boca.

No siento nada más que un dolor sordo en mi cuerpo y un dolor de cabeza palpitante detrás de mis ojos.

Estoy muerto por dentro. Y tan jodidamente aburrido.

Y lo único que me espera es ser secuestrado por un mito.

Feliz puto cumpleaños para mí.

...

Ricciardo se sube la cremallera de los vaqueros y me lleva a casa.

Miro por la ventanilla del asiento pasajero mientras el todoterreno atraviesa mi barrio.

Cuando se detiene en la acera, empiezo a abrir la puerta, pero me agarra del brazo y se inclina para darme un beso.

Se lo doy a regañadientes.

—¿Vienes a la fiesta este fin de semana? —me pregunta, más esperanzado de lo que me gustaría.

Cuando eres extremadamente desprendido con el sexo, siempre estás invitado a las fiestas. Muchas fiestas. Todas iguales. Pero me gustan las cosas familiares. Siempre me ha faltado lo familiar.

—Envíame un mensaje —le digo, porque no estoy seguro de dónde estaré este fin de semana.

Hoy es mi cumpleaños número 18 y toda la descendencia Darling que me han precedido de mí han desaparecido en este día. Algunos se van un día, otros una semana o un mes.Pero siempre vuelven rotas, con distintos grados de cordura intacta.

No quiero volverme loco.

Me gusta lo que soy, en su mayor parte.

Cuando entro por la puerta lateral, mamá está de repente delante de mí. —¿Dónde has estado, Sergio Pérez? Pensé que ya te había llevado y... —Su atención se desvía y luego corre hacia la ventana más cercana y prueba su pestillo.Murmura para sí misma mientras trabaja. Piratas, niños perdidos y hadas.

El rey de nunca jamás y los niños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora