El rey de nunca jamás y los niños perdidos

Capítulo 19

Max Verstappen (Peter Pan)

Hay una energía retorcida en mi cuerpo que no puedo contener.

Todo está en juego y el Darling quiere solo jugar.

Alcanzo a Lewis frente a la casa.

—Voy a asesinar algo. ¿Quieres acompañarme?

—Obviamente.

Nos dirigimos a la ciudad a pie. Lewis puede volar, yo no. Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera recuerdo lo que sentí al tomar el aire. Como el sol en mi piel. Estoy frío como el hielo y atado a la tierra y lo odio todo, joder. Estoy tan jodidamente enfadado todo el tiempo.

—¿A dónde vamos? —Lewis pregunta.

—Vamos a matar algunos piratas.

—Tuerce mi brazo.

(En ingles: Twist my arm. Es una expresión que se utiliza para persuadir a alguien para que haga algo que es o podría ser reacio a hacer.)

Seguimos el camino desde la casa mientras serpentea a través del bosque, luego cruza el río Misterioso y finalmente se desborda en el puerto de Darlington.

Darlington es mi ciudad, fundada con mi sangre y mi magia.

Se encuentra en el extremo sureste de la isla, en la costa.

—¿A dónde? —Lewis pregunta.

—Los piratas siempre están rondando la Paloma Negra.

Pasamos por los puertos donde entran y salen los barcos de las otras islas. Hay algunos bares a lo largo de los muelles, pero a los piratas les gusta el bar del interior, más cerca del límite de mi territorio para poder escabullirse rápidamente si es necesario.

En esta parte de la ciudad hay pocas farolas, por lo que la oscuridad es más larga y las sombras más densas. La niebla flota en el aire, el aire fresco del océano golpea el calor del centro de la ciudad.

Lewis enciende un cigarrillo y le da una larga calada.

—Follamos Darlings ahora, ¿no?

Sabía que esto iba a pasar. Le chasqueo los dedos y me entrega el cigarrillo.

—No tengo que darte explicaciones.

—No. Por supuesto que no. Entonces rompe todas las reglas.

¿Eh? Miro hacia él.

Sólo puedo ver su ojo morado y la cicatriz irregular que lo atraviesa. Nunca me dijo cómo se hizo la herida y nunca se lo pregunté, pero el hecho de que su sombra se haya apoderado de ese ojo me dice todo lo que necesito saber.

Le doy otra calada y le devuelvo el cigarrillo.

—No sé, Lewis. Si voy a morir pronto, ¿por qué no ceder a todo esto?

—No vas a morir.
Un grupo de borrachos se cruza con nosotros en el camino y nos abuchea hasta que ven primero a Lewis.

—Disculpas, Oscuro. —Se inclinan, retrocediendo—Disculpas a nuestro rey—añaden cuando me ven a continuación.