Sergio Pérez
El choque hace que el aire salga disparado en un jadeo inútil y Lewis me sujeta con más fuerza, cerrando mi suministro de aire mientras me levanta y yo pedaleo inútilmente para soltarme de él.
La oscuridad de la Sombra de la Muerte surge alrededor de sus ojos mientras su pelo se vuelve blanco brillante.
—¡Lewis! ¡Por el amor de Dios! —Max y los hermanos se apresuran detrás de nosotros.
Siento que mi cara se pone roja mientras lucho por el oxígeno.
—Déjalo ir —dice Max.
El terror surge de nuevo en la base de mi vientre y se arrastra como un ciempiés por el centro de mí. Mi corazón late con fuerza en mis oídos.
—Sergio quiere lo que quiere. —La voz de Lewis ha cambiado junto con su mirada. La Sombra de la Muerte lo convierte más en demonio que en hombre, de modo que su voz retumba y resuena a nuestro alrededor.
Las lágrimas se derraman sobre mis párpados y recorren mi mejilla.
No estaba preparado para esto.
No tenía ni idea de en qué me estaba metiendo.
—Shhhh —me dice—. Guarda tus lágrimas para cuando te duela de verdad.
Mis ojos sobresalen de sus cuencas.
—Por favor, déjalo ir —dice Max, mientras los cuates nos rodean.
—El cree que lo quiere —continúa Lewis—. Déjame demostrarle por qué no debería.
Si tuviera aire en mis pulmones, estaría gritando.
Enrollo mi mano alrededor de la muñeca de Lewis, sigue apretando su agarre. Necesito aire. Necesito aire. Algún tipo de alivio.
Joder.
—Lewis —dice Max de nuevo, justo cuando los cuates arremeten.
Caigo al suelo cuando Lewis me suelta. A cuatro patas, jadeo en busca de aire.
Los cuates agarran cada uno de los brazos de Lewis y lo arrastran hacia atrás. Lewis lucha contra ellos y estrangula a Carlos y lo arroja a un lado como si no fuera nada. Charles es el siguiente y recibe una patada en el pecho. Vuela por los aires y se estrella contra el tronco del Árbol del Nunca Jamás, estremeciendo a las ramas por el impacto.
Lewis se dirige a Max a continuación.
Max levanta las manos. —Pon tu mierda en orden —dice.
Lewis camina hacia él.
—Por el amor de Dios, Lewis.
Aspiro oxígeno y luego pongo mi espalda contra la pared y la uso para deslizarme hasta mis pies.
Cuando intento hablar, mi voz sale rasposa y hueca.
—Lewis —intento.
—El es nuestro, ¿no? —Lewis dice, su voz aún es aterradoramente oscura.
—Tienes que averiguar cómo controlar la sombra —dice Max, todavía retrocediendo— O todos acabaremos muertos.
—Yo soy la sombra. —Max cierra la distancia entre él y Max— No necesito controlarla.
—Sí no lo haces, te mando de vuelta a tu isla.
Lewis arremete. Max se agacha. Lewis vuelve a golpear a Max en la mandíbula. Se tambalea hacia atrás y Lewis aprovecha la oportunidad, atrapando a Max por el brazo.
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El rey de nunca jamás y los niños perdidos
Fiksi PenggemarCuando el reloj marque las 12, un mito vendrá por mi. Todas vuelven, pero regresan rotas. No hay nadie que se salve de el. No importa que tanto huyas, el encontrará la manera. Mi loca madre no se atreve a decir su nombre, pero en las noches tiene pe...