Capítulo 17

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Sergio Pérez

Peter Pan deja caer el corazón en el patio y utiliza su mano ensangrentada para agarrarme del brazo y apartarme.

Sigo estando achispado, pero el zumbido se ha esfumado, dejándome temblando y nublado.

Pan acaba de matar a ese chico. Le arrancó el corazón.

¿Esto esta sucediendo realmente? Los demás se dispersan mientras Max me arrastra por el patio y sube las escaleras.

Carlos, Charles y Lewis nos siguen. Intento no tropezar con mis propios pies.

Cuando volvemos a estar en la casa, en el desván, Max me empuja al comedor y me arroja a una silla.

Pone sus manos a ambos lados del asiento, enjaulándome. Hay sangre salpicada en su cara y la visión de él cubierto de carnicería hace que las mariposas vuelen en mi estómago.

—¿Qué parte de esto no entiendes, Darling? —Su voz es una cuchilla que se burla de mi piel. Un movimiento en falso y la cuchilla me separará, dejando que la sangre salga a la luz.

—Max —empieza Carlos, pero Max dirige su mirada hacia Carlos, silenciándolo.

—Tengo reglas —dice Max.

—Eso he oído.

—Es por tu seguridad.

—¿Lo es? Porque me secuestraste.

Su mandíbula se flexiona y aprieta los dientes.

—Estoy tratando de salvar esta maldita isla —dice.

—No me importa lo que estés haciendo —me oigo decir— Esta no es mi casa. Y no he cogido tu puta sombra.

Frunce el ceño, y luego lanza una mirada por encima de mi cabeza.

—¿Quién se lo ha dicho?

—No fuimos nosotros —dice Charles.

—No me mires —dice Lewis. Y luego—Probablemente Cherry.

—¿También vas a matarla? —Le echo en cara—. ¿Quizás lo siguiente que hagas sea matarme a mí? Sacar mis entrañas y buscar tus respuestas. Tal vez esté impresa aquí en mis huesos. —Le levanto el dedo corazón y le fulmino con la mirada.

Se queda callado y quieto durante un segundo y, de repente, me tira para que me ponga de pie y me presiona contra el borde de la mesa.

—¿Qué estás haciendo? ¿Cuál es tu plan? ¿Follar con todos los niños perdidos de la isla sólo para provocarme?

Frunzo el ceño, captando las palabras que ha utilizado. Siempre hay algo que extraer de las palabras, cuáles son, cómo se dicen. Si se usan como cuchillos o bálsamos.

Provócame. Provócame.

He llegado al poderoso mito de Peter Pan y mi corazón late un poco más fuerte de emoción.

—Sí —me oigo decir— Me llaman la Puta Pérez, ya sabes. Follar con chicos es lo que mejor hago.

El aliento que toma es largo y dificultoso y retumba en el fondo de su garganta.

El rey de nunca jamás y los niños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora