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Sam y Enzo habían llegado a su apartamento, Enzo le había llevado un te con leche que le había dado a Sam al inicio de su amistad.

—Ellos fallecieron después de un accidente de automóvil, íbamos peleando en ese momento. —Enzo se limito a escuchar toda la historia, después preguntaría. —Yo no había querido ir con ellos a Montevideo, estaba bien en Punta del Este, tenia planes de viajar con los chicos a la Ciudad de la Furia en Argentina porque era la primera vez que tocaríamos de manera oficial, como un grupo y yo me negué a ir, tenia solo diecinueve y ganas de comerme al mundo, pero mientras discutíamos en el teléfono, ellos chocaron, iban a buscarme y escuche el grito de mi madre por el teléfono gritando mi nombre, colgué y salí en la moto a todo para irlos a buscar, aun no llegaban las patrullas ni las ambulancias cuando yo había llegado ayudándolos a salir, con mi ropa que tenia trate de hacer torniquetes y salvarles la vida, había muchísima sangre, el señor del camión me ayudo como pudo y luego llegaron las ambulancias quitándome diciendo que lo había hecho bien, me subí a la moto siguiendo a las ambulancias y luego llame a mi abuelo, llego dos horas mas tarde.

—Y ellos fallecieron ahí. —concluyo Enzo.

—No, yo entre con ellos, estaban en la misma habitación y solo me pude derrumbar y pedirles perdón, ellos me dijeron que no era mi culpa, que tratara de cobrar los fideicomisos de ambos y que guardara dinero, que trabajara y siguiera con mi vida hasta que ellos salieran, pase la navidad en el hospital con ellos, y estaban estables, iba a la escuela, deje de tocar y caí en el vicio de los cigarros consumiendo casi dos cajetillas al dia, levantamos una demanda con ayuda de mi abuelo y la ganamos el treinta de diciembre porque el chofer había aceptado su culpa, hablaba con ambos, estaban estables mientras lo hacíamos pero cuando comencé a hablar de que me habían pagado lo de la demanda y que el seguro era alto y que ya habían pagado el dinero y todo, mi padre comenzó a convulsionar y lo sacaron de la habitación. seguí hablando con mi madre y ella de decir cuanto me amaba y que siguiera mis sueños y todo eso, cuando se desvaneció, le hable a los doctores, la trataron de reanimar pero no despertó, a los cinco minutos me dicen que mi padre había fallecido y yo solo firme los documentos para que me los entregaran y hacer su funeral.

—¿Tu abuelo no hizo nada?

—El tenia sus obligaciones, igual que yo, me ayudo a la demanda pero de lo demás me encargue yo, el seguro del auto me dio otro que vendí, vendí también la casa de mis padres y los muebles mi abuelo los recibió, incinere los cuerpos y fui a la casa de campo de mi abuelo, creamos juntos un nicho y hicimos una ceremonia de despedida muy a nuestra manera, tengo en una cuenta todo el dinero que me dieron pero, no he querido gastarlo porque no lo considero una emergencia, seguí estudiando y fui al psiquiátrico pero deje de ir hace mucho, solo, me he dedicado a mantenerme ocupada y trabajar tanto que ahora con la grabación de la película, me paro casi por completo y Bayona me dijo de ir a tomar terapia nuevamente pero, quería hablar primero contigo.

—Sami, la decisión que tu tomes y que sea mejor para ti es lo que te debe de importar, no si yo estaré de acuerdo o no, debes de priorizar tu salud mental y emocional, yo siempre te apoyaré, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Ambos se quedaron en silencio mientras terminaban su té y luego de eso, Enzo llevo las tazas a la cocina, Sam solamente se recostó en la cama.

Cuando llegó, se recostó al lado de Sam y la abrazó.

—Enzo.

—¿Si?

—Hay que hacer el amor. —Sam se acomodó de tal manera en que los ojos de Enzo y los de ella quedaran frente a frente.

—¿Quieres que me quite la ropa?

—¿Para qué?

—Para hacerlo.

—Eso no es amor, es posesión.

—No entiendo entonces, ¿como se hace el amor?

—Solo, déjate la ropa puesta. —Sam comenzó a jugar con el cabello de Enzo. —Hablaremos hasta cansarnos, hasta intentar descifrarnos, hasta saber todas tus memorias, hasta saber tus más obscuros secretos, hasta deleitarme con verte, hasta que estos ojos se cansen y me obliguen a dormir.

—¿Y vas a forzarlos a estar despiertos? —Enzo la atrajo aun mas a su cuerpo, sintiendo como sus respiraciones comenzaban a mezclarse.

—Si, para mirarte solo a ti. —Sam paso sus manos a la nuca de Enzo y entre lazo sus dedos en el cabello.

Enzo atrapo los labios de Sam en un beso tierno que lentamente se convirtió en uno salvaje.

Sam:

¿Estaría bien dejarse llevar por la curiosidad?

Ésa era la pregunta que la invadía en aquel momento, era como si una parte de mi cordura estuviera tratando de recordar qué estaba sucediendo en mi vida y que quizás me estaba dejando llevar demasiado por un par de besos.

Sabía que debía decirle a Enzo que parara desde el momento en el que sus labios abandonaron los míos para bajar con cuidado hacia mi cuello.

Sentía que donde dejaba besos mi piel se quemaba.

Pero no lo detuve, porque ambos sabíamos que aquella tensión debía romperse y mientras su lengua exploraba mi cuello, sentí un fuego que me acariciaba el alma. Sus manos se metieron debajo de mi playera, justo donde se dio cuenta que aquella playera y un bóxer eran todo lo que cubrían mi cuerpo.

—¿No usas sujetador?

—Es incomodo para dormir. —quito aquella playera y mi cuerpo quedo al descubierto.

—¿Cuándo me dirías que tenias tatuajes?

—Son pequeños Enzo, no creía que fuera necesario, creía que los habías visto en la playa.

—Creo que creíste mal, ¿Qué significa resiliencia?

—La capacidad de una persona para superar situaciones traumáticas, me lo hice con mi madre para recordarme que debía de ser fuerte. —las yemas de sus dedos pasaron por la palabra y sentí cosquillas en mi interior.

—¿Y las pequeñas mariposas?

—Larga historia.

—Tenemos toda la noche.

Cuando menos me di cuenta ambos estábamos completamente sin ropa o prenda alguna, su mano se dirigió a un cajón y saco un pequeño empaque de aluminio color negro, abriéndolo y colocándoselo.

Me beso nuevamente, dejándome sin aliento, sus labios y los míos juntos eran igual al apocalipsis, su cuerpo y el mio se fundieron en uno solo y solo pude agarrarme de su espalda para poder mantener mi equilibrio y mi poca cordura que restaba.

¿Cuántas veces hemos deseado que el otro descanse durante la noche? ¿Cuántas veces hemos compartido la cama con otra persona con un sentimiento tan dulce de saber que estará para ti al despertar?

Creo que la respuesta es solo cuando realmente amas a alguien, cuando realmente sientes algo realmente cálido en tu corazón cuando veías a esa persona.

don't bladme | enzo vongricicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora