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El fin de la grabación de la película había llegado, Sam había salido finalmente de terminar su trabajo en edición, salió por la puerta de atrás, encontrándose a Enzo parado a un lado del farol.

—Hola guapo. —sonrió y le dio un beso.

Tenia días que no lo veía porque él tenia cosas que hacer.

—Hola Mimi, ¿ya te vas?

—Si, ¿Te doy un abrazo de despedida?

—¿Quieres que me vaya? —Fue serio.

—Bueno, seguramente tienes cosas que hacer con los chicos antes de irnos. Además yo debo alistarme para volver a casa y...

—Son las ocho de la noche, ¿quieres que te acompañe a tu casa? No deberías andar sola por allí. —Él rascó su nuca, estiró su cuello y a pesar de la poca luz Sam pudo disfrutar admirar su rostro.

—Bueno, vamos.

Ambos comenzaron a caminar tomados de las manos, mientras Sam fumaba un cigarrillo.

—¿A donde iras siempre? —preguntó Enzo de la nada. —Estaba pensando en que podemos rentar solo un apartamento y vivir ahí juntos.

—¿Uno no es muy pequeño para ambos? Estaba pensando en comprar una casa, tengo muebles y todo para llenarla, puede funcionar.

—¿Una casa? ¿En donde la compraríamos? Esta Montevideo, podemos vivir allí, hay una cerca de la casa de mis padres, tiene un gran jardín y es de dos pisos, o hay un terreno que venden, esta bastante amplio y podemos construir nosotros.

—Creo que es mejor construir, ¿crees que tus padres nos puedan ayudar a comprarlo? O podemos ir ambos y verlo, juntos.

—Esa idea me gusta, igual, mi vuelo sale mañana, ¿cuando te vas tu?

—En una semana, ¿te veré en tu casa?

—Si, nos veremos en el balcón.

Ambos sonrieron, se volverían a ver en el lugar donde había comenzado todo.












Sam estaba terminando de limpiar, había dejado la puerta del balcón abierto para cuando llegara Enzo, estaba preparando pasta y una ensalada

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Sam estaba terminando de limpiar, había dejado la puerta del balcón abierto para cuando llegara Enzo, estaba preparando pasta y una ensalada.

Juntarse con Enzo, estar con él le había hecho cambiar de hábitos, así que se había unido a su causa vegana, y le parecía bastante fácil a decir verdad.

Persiana americana sonaba en todo el apartamento mientras ella cantaba muy feliz.

—¡Se que te excita pensar hasta donde llegare, es difícil de creer, creo que nunca lo podré saber!

—A través de mi persiana americana. —Enzo la tomo de la cintura.

Y el grito de Sam se hizo presente casi de inmediato, haciendo que la soltara.

—¡Enzo! —en cuanto lo vio se lanzó a él. —¿Qué haces flaco? Me asustaste horrible.

—Acabo de llegar y te vi muy entretenida. —sonrió y le dio un beso. —Te ves guapa.

—Gracias flaco, tu te ves guapo también.

Enzo tomo la cara de Sam entre sus manos y sonrió.

—Te extrañe.

—Yo igual.

—Yo igual

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don't bladme | enzo vongricicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora