34

173 16 7
                                    

—¡Buenos días estrellitas! —Juani entró saludando a medio mundo y sonreí al verlo.

—¿Qué onda Juani? —quite mis cascos y ambos chocamos los cinco.

—Te busca Enzo, esta allá afuera. —sonrió. —Que si lo acompañas por café que no le contestas.

—Oh, ya voy.

Enzozo

Hey Mimi

¿Donde estas guapa?

¿Ocupada?

¿Vamos por café? Te espero en
la puerta cerca del callejón.

Mimi, corre.

Vayamos mejor a almorzar

El catering de hoy está genial, pregunte
para ver que comida había que te gustara
y hay chiken tenders

También pasta

¿Estás ahí?

¿Esta ocupada?

¿Esta enojada?

¿Esta enOhaya?

Osea en Ohayo, pero enojada

Hola, ¿qué hace?

¿Se hace pato?

¿No hace nada?

Ahora si me importa si no me respondes

Mimi...

—¡Ya sali! —dije y solté todo el aire retenido en mis pulmones.

Sus manos de pronto se posaron sobre mi rostro y me sorprendió por completo cuando su frente estaba sobre la mía, acorralándome entre la puerta. Yo era unos veinte centímetros más pequeña que él. Temblé, el mundo se me vino encima y todo el concepto que tenía de la realidad se fue a la mierda en el momento en que sus labios se posaron sobre la comisura de los míos. Sin pensarlo mis manos se aferraron a sus brazos y deseé algo más que un simple y atractivo beso en la comisuras.

¡Mierda! Ese pequeño beso me puso el mundo de cabeza. Enzo tenía un agradable aroma a cigarrillo y su colonia.

Se alejó lento y sonrió al notar que yo estaba temblando y muy lejos de mi misma. Le gustaba poner el mundo de cabeza a una simple humana que a duras penas sobrevivía. Me mantuve de pie cuando sus manos se posaron en mi cintura desnuda.

Permaneció con ese coqueteo. Mi piel ardía gracias a él y sus manos eran tan grandes que literalmente estaban cubriendo mi cintura y la mayor parte de mi espalda.

—Eres... —no pude terminar de hablar.

Posó de nuevo su frente en la mía.

¡Era demasiado coqueto cuando se lo propone!

—A la próxima no será en la comisura, Sami.

Nuestros labios harían contacto ese mismo día y ambos lo sabíamos a la perfección.

Los conceptos desconocidos que éramos se estaban preparando para formar un término desconocido digno de investigación.

—¿Vamos a ir a almorzar?

—Pues me mandaste quinientos mensajes para que saliera.

—Fueron dieciocho y realmente ya estaba pensando en entrar por ti pero estaba fumando.

—Habíamos dicho que no fumarías a menos que sea por la actuación.

—Es que me estrese. —entrelazo nuestras manos y comenzamos a caminar a la zona donde estaba el catering. —No me contestabas.

don't bladme | enzo vongricicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora