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Estaban tocando la puerta muy fuerte, haciendo que me desconcentrara por completo.

—¡Ya van! —suspire y abrí la puerta. —¿Qué necesita?

—¡Sam ya era hora, Dios! —Enzo entró apartándome. —Estaba incluso pensando en pasarme por el balcón.

—Si, hola Sam, buenas tardes, ¿como estas? yo bien gracias, ¿ya comiste? no Enzo, esperaba que me llamaras. —cerré la puerta y lo miré sirviéndose agua. —¿Te quedaste sin llaves o que?

—Es que tengo sed. —tomo del termo y luego me miro. —Necesito que me acompañes o me lleves o lo que sea.

—Primero respira. Inhala, exhala.

—Bien. —tomó mucho aire y luego suspiro. —Necesito que me acompañes a lo de mi audición, ¿puedes, puedes, puedes?

—Y luego me invitas a comer.

—Seguro, ponte zapatos.

—Si papá.

Camine hasta mi cuarto y me puse unas botas negras y una chamarra de cuero. Tome las llaves y luego los cascos de moto.

—Tardas demasiado.

—Cállate y toma. —le di el casco y salió del apartamento. —Aun no dices hola.

Cerré la puerta tras de mi y comencé a caminar tras de él.

—Hola flaca. —se giro y sonrió.

—Hola Enzo.

Ambos salimos y fuimos al estacionamiento del departamento donde lo guíe hasta la moto.

—Numero uno, ¿a donde vamos? Dos, ponte el casco.

—A las oficinas que están cerca del parque donde me espias.

—Creo que se donde, y no te espió. —subí y prendí la moto. —¿Te quedaras ahí?

—Ponte el casco, a ver si no se te rompen los lentes.

—Corre.

Se subió y me abrazó por la cintura.

—Parece escena de película romántica.

Acelere y luego frene, para reírme del pequeño grito que pego.

—Flaco, agárrate bien por lo menos.




—¿Y tu novia?

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—¿Y tu novia?

Sam y Enzo caminaban por las calles de Montevideo. ¿En que momento se habían hecho tan cercanos? Quizás cuando comenzaron a hablar todas las noches, bien decían que en las noches salía tu lado poético y podías conocer mejor a una persona.

—Ya no, ya no salimos. —negó el chico. —Terminamos recién y realmente quería que alguien me acompañara a esto, es mi ultima oportunidad antes de saber si quede así que..

—Traer a tu vecina es buena opción.

—Traer a mi amiga es buena opción. —el chico sonrió corrigiendo a la pelinegra.

Ambos caminaban hasta que Enzo la detuvo.

—Es acá.

¿Qué posibilidades había para que Enzo audicionara en la misma película en la que ella estaba trabajando? Había muchas pero Sam realmente esperaba que fuera asi.

—Acá trabajo.

—Acá vengo a audicionar yo.

Ambos sonrieron y subieron a un cuarto, en el camino la chica saludó a quienes ya conocía.

Después de un largo rato, la chica saludo a quien la había contratado y a Bayona.

Mientras que Enzo se preparaba frente a una cámara para poder hacer lo que quedaba de la audición.

—¿Lo conoces? —preguntó Bayona al ver que no apartaba la vista del chico.

—Es un buen amigo.

—¿Sabías que estaba audicionando para este proyecto?

—Nah maestro, ¿como cree? Me dijo si lo acompañaba únicamente, casi me rompe la puerta por andar invitándome.

—Bueno, vayamos a que veamos que pasa.

Todos se concentraron frente a Enzo, haciendo que se pusiera nervioso, Sam se puso a la derecha detrás de la cámara.

—Rodando.

—¿Qué tengo que hacer? —el chico miraba atento a todos.

—Hay te va diciendo Jota. —dijo Sam.

—Tenemos que a completar unos datos y eso, charlar un poco y tomar una decisión. —la voz del español llegó a los oídos de todos. —Sobre todo la decisión más importante, ¿entre pasillo y ventana, preferis ventana o pasillo?

Los dos chicos miraron al director, incrédulos.

—Entonces, ¿te subís o no?

El chico comenzó a llorar y tallar su rostro secando sus lagrimas.

—¿Pero por que me hacen esto así?

Comenzaron a aplaudir y Sam se acercó a acariciar a Enzo, acariciando su cabello y jugando un poco con el lóbulo de su oreja.

El chico se puso de pie y primero abrazo a Sam y luego fue con el director.

—Felicidades Encito, te lo ganaste a pulso. —ambos se abrazaron y la chica sonrió feliz acercándose a la escena.

—Felicidades flaco, te lo dije, el actor no escoge el personaje, el personaje escoge al actor y desde que comencé a editar el guion y saber quién sería el personaje principal, yo, no pude dejar de imaginarte a ti.

—Nah flaca, se amerita celebración con fernet.

—Tu pagas, recuerda.

Ambos chicos se volvieron a abrazar y Bayona sonrió.

—Preparen sus maletas que en menos de una semana partimos a Argentina y luego a España.

don't bladme | enzo vongricicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora