༒ ᴇᴛᴇ́ʀᴇᴏ ༒ (𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪𝓿𝓮𝓻𝓼𝓮)

98. ʙʟᴏᴏᴅ ᴡʜᴀᴛᴇʀ

Ricky pov.

Cuando estaba por ingresar a la habitación de mi prometido, un doctor me detuvo y me pidió que lo acompañase a su oficina para hablar sobre Gyuvin y, aunque al comienzo solo quería ver al amor de mi vida, entendía que era importante saber cuál era su condición luego del ataque que había sufrido en la mansión. Por lo que terminé aceptando ir con el doctor primero.

―Doctor, ¿Cómo se encuentra mi prometido? ¿Qué tan grave es su estado?

Doctor: El paciente llegó anoche con una gran pérdida de sangre. Logramos detener el sangrado a tiempo, pero tuvimos que operarlo de urgencia debido a que los tejidos de su pierna derecha se despendieron.

―¿Qué quiere decir? ―pregunto con miedo.

Doctor: Hicimos todo lo posible para operarlo y que no perdiera ninguna extremidad, pero la herida de su pierna derecha era muy grave y después de más de una hora en la sala de cirugias, tuvimos que tomar una decisión para salvarle la vida.

Mientras el doctor hablaba comencé a sentirme como si estuviese en una pesadilla y es que, a pesar de que hacía lo posible para escucharlo, me era difícil creer que eso estaba ocurriendo.

Gyuvin no podía haber perdido una pierna.

Yo debía haberme quedado con él.

Todo eso y mucho más atravesaba mi mente.

Doctor: Señor Shen ―Se puso de pie ―. Esta mañana hablé con su prometido y él ya sabe lo que le ocurrió, pero debido al shock tuvimos que sedarlo de nuevo.

Ni siquiera sabía que decir en ese momento.

Doctor: En unos minutos más, él tendría que despertar, por lo que puedes verlo ahora y demostrarle todo tu apoyo ―Tocó mi hombro derecho ―. Lo siento mucho. Nunca es sencillo para nosotros dar este tipo de noticias.

Sin poder decir una sola palabra más, hice una reverencia y salí de la oficina del doctor, para luego comenzar a caminar por los largos y fríos pasillos del hospital, hasta llegar a la habitación de Gyuvin.

―Debo hacerlo ―Limpio mis lágrimas.

Una vez ingresé a la habitación, me sentí muy triste al ver al hombre que amaba en una cama completamente indefenso, sin saber la vida que le esperaba ahora.

―No debí dejarte ―Camino hacia él y me apoyo en su cama ―. Lo siento mucho, puppy ―Tomo su mano izquierda ―. No debí irme y dejarte con ese lunático. Yo debí protegerte, como tú lo haces conmigo, siempre.

Aunque no quería hacerlo, comencé a llorar de manera descontrolada, al punto de mojar mis piernas y la cama con mis lágrimas.

―Lo siento tanto ―Apoyo mi frente sobre la cama ―. Lo siento, lo siento, lo siento. Esto es mi culpa. Yo debí estar para ti.

Seguí llorando y culpándome por unos minutos más, hasta que sientí que Gyuvin movía su mano.

―Puppy... ―Levanto mi mirada.

Una vez abrió sus ojos, Gyuvin me miró y luego miró la cama.

―¿Cómo te encuentras? ―Limpio mi rostro.

Sin responderme, él quitó la manta que lo cubría y de ese modo dejó expuesta la parte inferior de su cuerpo.

―Gyuvin... escucha.

Gyuvin: Ya no está ―dijo de manera fría ―. No fue una pesadilla.

Para contenerlo, lo abracé, pero, a diferencia de lo que creía, él no gritó ni comenzó a llorar.