Capítulo 3

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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KAGOME

Bajamos del auto y una vez frente a la puerta de la casa de mi infancia, volví a replantearme el estar aquí. No sabía si había sido una buena idea, y es que fingir estar bien cuando en realidad no lo estaba para nada era una buena idea.

–Kag –dijo Inuyasha a mi lado.

No quise escuchar lo que iba a decir así que me apresuré y toqué el timbre esperando que mi madre no tardara en abrir. Y cuando lo hizo me quedé muy quieta en mi lugar.

–¡Oh, cariño! –exclamó lanzándose a mí– No puedo creer que estás aquí.

–Yo también te extrañé mucho mamá –le dije correspondiéndole el abrazo.

Se separó solo para mirar con una sonrisa al hombre junto a mí.

–Y para mí no hay abrazo Yukiyo –bromeó.

–Pero claro que sí cariño.

Y entonces se lanzó con cariño a los brazos de Inuyasha. No dejé pasar la oportunidad y aproveché para escabullirme y adentrarme hasta la sala, en donde para mi sorpresa una emocionada y feliz Sango me esperaba con una sonrisa llena de entusiasmo.

–¡Kag! –chilló de emoción mientras corría hacia mí.

–Hola Sango.

–Que bueno es verte otra vez –confesó mientras me envolvía en un abrazo– Por un momento creí que no vendrías.

–¿Bromeas? No me perdería tu boda por nada del mundo.

–Qué bueno que lo mencionas porque serás parte de mis damas –afirmó rompiendo el abrazo para mirarme fijamente– ¿Viniste sola? ¿Dónde está Inuyasha?

–Justo aquí –dijo este apareciendo de la mano de mi madre – No creerás que dejé a mi esposa hacer un viaje completamente sola ¿verdad?

Sango sonrió mientras ponía sus ojos en él.

–Y ahí está, el Inuyasha posesivo y celoso de siempre –Se burló mi amiga– También me alegro de que estés aquí.

–No me perdería por nada del mundo verte casada con el hombre que juraste detestar por el resto de tu vida.

No pude evitar reír ante aquel comentario.

–Eso era antes – Se defendió mi amiga– La gente cambia, tú eres el claro ejemplo –dijo jocosa– Verdad ¿Kag?

Entonces mi sonrisa se apagó.

–Mejor nos sentamos –ofrecí mientras ocupaba el sillón.

–Deben de estar muy cansados, les calentaré la comida –dijo mi madre adentrándose a la cocina.

–¿Y bien? –soltó Sango.

La miré confundida desde mi lugar.

–Y bien ¿Qué? –pregunté.

–No sé ustedes, pero noto un ambiente tenso entre los dos.

Me enderecé de inmediato.

–Son ideas tuyas –intervino Inuyasha sentándose a mi lado y pasando el brazo sobre mis hombros– Kagome y yo estamos bien ¿Verdad amor?

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora