Capítulo 7

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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INUYASHA

¿Por qué la llamaba?

¿Por qué Naraku Kumo llamaba a Kag a estas horas?

Sí, sabía que era su doctor. Pero yo nunca llamaba a mis pacientes en medio de la madrugada. Eso no era para nada ético. Decidí responder, pero justo cuando iba a decir algo, Kumo se adelantó.

–¡Kag, linda! Perdón que insista, pero...

–¿Insistir? ¿Qué se supone que tienes que insistir con mi esposa? –Me giré para ver a Kag.

–¿Taisho?

–Kumo ¿Qué haces llamando a Kagome a estas horas?

Hubo un silencio antes de que respondiera.

–¿Kagome está bien?

–Mejor que nunca –respondí siendo presa de los celos– De hecho, se quedó dormida luego de una intensa noche juntos, pero aún no respondes a mi pregunta.

–Verás Inuyasha, lo que menos quiero es causarle problemas a Kag...

–Entonces empieza a hablar –insistí tajante– ¿Por qué llamas a mi mujer a esta hora? ¿Cuál es el asunto por el cual tienes que insistir?

Soltó un suspiro pesado y largo antes de responder.

–Se trata de los análisis que le realicé a tu esposa.

–¿Qué ocurre con ellos? ¿Kag está bien? –dije ansioso sentándome junto a ella – ¡Maldición Kumo! No te quedes callado.

–No lo sé aún –soltó una risa calmada– Hubo algunos problemas con su análisis.

–¿Qué clase de problemas? Sé más específico.

–Se perdieron. Y ya sé lo que dirás –se adelantó a mi respuesta– Que es imposible que algo así suceda en la clínica, que todos son muy profesionales en su trabajo y bla bla bla. Pero estas cosas pasan Taisho, y en algún momento tenía que ocurrir. Se lo dije a Kag, le dije para que se hiciera otros análisis y su respuesta fue un no. De ahí viene mi insistencia. ¿Eso responde a tu pregunta Taisho?

Solté todo el aire que estaba conteniendo, sin embargo, no estaba tan convencido con su respuesta.

–Eso solo responde a una de mis preguntas, pero aún no me explico por qué tienes que llamarla a estas horas.

–Bueno Taisho...

–Inuyasha...

La voz en un susurro de Kag me puso en alerta y corté la llamada antes de escuchar alguna excusa tonta de Naraku.

–Inu...–La vi buscarme con la mano.

–Aquí estoy –dije envolviendo su mano con la mía.

Kag me miró, y aquel par de ojos de un hermoso marrón se llenaron de lágrimas.

–Perdón... –musitó– Por favor... perdóname...

–¿Por qué cariño?

Verla llorar siempre resultaba ser una completa tortura para mí. Me quité los zapatos antes de subir a la cama para estar junto a ella. Su cuerpo aún ardía, pero por la forma en que se aferraba a las sábanas supe que la fiebre y los escalofríos aún la atormentaban.

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora