Capítulo 15

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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INUYASHA

–¿Quién diablos eres tú? y ¿Por qué te empeñas en ensuciar la imagen de mi esposa?

La mujer de la llamada soltó una carcajada que me hizo apretar los puños.

–¿Tu esposa? –Volvió a reír– Hasta donde yo sé, no lo es más.

–¿Qué es lo que quieres? –solté agrio.

–Por ahora, quiero que sepas la clase de mujer que es.

–Sé perfectamente la clase de mujer que es Kagome así que pierdes tu tiempo al tratar de...

–Se irá a vivir con Naraku Kumo –Guardé silencio– Parece que eso no lo sabías. Tu tan querida Kagome no es más que una mujerzuela...

–Cuida lo que dices –advertí sintiendo la sangre hervir en mis venas.

–Qué siego eres Inuyasha Taisho, pero no me sorprende. Al parecer todos los de tu familia son iguales.

–¡¿Quién diablos eres?!

–Eso no es importante –sentenció la mujer– No quieres saber, ¿qué está haciendo tu exesposa en estos momentos?

–¿De qué hablas?

Sabía que Kagome estaba en la clínica. Así que dijera lo que dijera sabía que sería una estúpida mentira.

–En estos momentos se está subiendo al auto de un hombre. Y, ¡oh casualidad! es el mismo hombre que sale junto a su exesposa en las fotos que tienes ahora.

Reí.

–Seguro que sí...

–¿No me crees? Bueno, la estoy viendo con mis propios ojos.

–No hay forma de que lo que dices sea cierto. Kagome está internada en una clínica, ella no...

Mi celular sonó, era una notificación de un mensaje. Desbloqueé la pantalla y la imagen de Kagome, en bata, subiendo al auto de Naraku saltó a la vista.

–Mierda...

–¿Ahora sí me cree doctor Taisho? O tengo que mandarle la ubicación exacta de dónde estamos.

No era necesario, podía reconocer la clínica en cualquier lugar.

Tomé mis llaves y salí de inmediato. No podía creer que Kagome fuera capaz de algo así, no podía creer que había estado con alguien que no conocía. Era ahora cuando los recuerdos de hace unos meses venían a mi mente, ahora entendía el por qué Kagome había venido a la clínica en busca de su médico y claro, tenía que ser Kumo.

Todo era una maldita broma. No podía creer que la imagen perfecta que tenía de Kagome se estaba derrumbando frente a mis ojos. Simplemente no podía y no quería creerlo.

–Doctor Taisho...

–¡Kagome! ¿Dónde está mi esposa?, Leya –solté apenas puse un pie en la clínica.

–Bueno...

–Olvídalo –dije frustrado– Iré a buscarla yo mismo, ¡Kagome!

–¡Doctor Taisho, por favor deténgase...!

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora