Capítulo 20

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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INUYASHA

–¿Tiene que ser una broma? –le dije a la mujer– Kagome no, ella no...

–Lo que le digo es la verdad señor Inuyasha. Mi niña está secuestrada en esa casa.

–¡VOY A MATAR A ESE HIJO DE PUTA!

–¡No! Espere por favor –insistió la mujer tomándome del brazo– Si el joven Naraku me ve, temo que le vaya a hacer algo a mi niña y a su bebé.

–Pero ¿qué dice? Cuando mate a ese desgraciado iremos por Kagome.

–¡No, escúcheme por favor! –Dijo deteniéndome otra vez.

–Llame a la policía, deje que ellos se encarguen y usted vaya por mi niña. Ella está muy asustada por eso me envió a buscarlo.

Estaba en un dilema, no podía dejar libre a Kumo después de lo que hizo. Pero tampoco podía ignorar el llamado de ayuda de Kag.

–¡Inuyasha!

Ambos volteamos a ver a Kikyo.

–¿Qué haces? Entra, están a punto de dar los resultados de las elecciones.

–Señor, por favor, vamonos de aquí antes de que alguien más nos vea –Me susurró la mujer a mi costado.

–Inu...

Estaba a punto de abandonar mis sueños de convertirme en el mejor doctor de la clínica, estaba por dejar mi sueño de convertirme en el nuevo director. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?

Apreté mis puños y tomé a Kaede del brazo.

–Salgamos de aquí. No hay nada más importante para mí que la vida de Kagome.

–¡Inuyasha!

Encendí el auto, y justo en ese momento vi que Kikyo sacaba su celular y se lo pegaba al oído. Probablemente me llamaría, pero eso nunca pasó. Entonces ¿A quién llamaba?

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KAGOME

En múltiples ocasiones, creí haber escuchado el sonido de la puerta principal abriéndose, y en cada una de esas ocasiones, mi cuerpo tembló lleno de pánico, temiendo que pudiera ser Naraku.

Mi piel aún se erizaba al recordar aquella escena, quería no pensar en eso, pero mientras más lo intentaba menos funcionaba.

Kaede ya había tardado demasiado, o al menos eso me parecía ¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Y si Naraku la había visto? ¿Si la había descubierto? ¿Y si le hizo daño?

No, tranquila Kagome. Si eso hubiera sucedido, él ya estaría aquí, listo para todo, y muy probablemente para poner fin a lo que había comenzado...

Si Naraku estuviera aquí, él...

Abrí los ojos al escuchar el estruendo de las llantas de un auto quemándose en el asfalto. En seguida pude escuchar que la puerta principal se abría, entonces empecé a temblar. ¿Y si era Naraku?

Me acurruqué detrás de la cama abrazando mi vientre, ansiando que este tormento llegara a su final de una vez por todas.

–¡KAGOME!

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora