Capítulo 23

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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KAGOME

–¿Kagome?

Sus ojos no dejaban de mirarme. Inuyasha aún esperaba por lo que le diría.

–Cuando vi esas fotos, aquellas en las que apareces con... Kikyo –empecé con pesar esquivando su mirada– Sentí tanto enojo que lo primero que hice fue buscar a Naraku para aceptar su propuesta.

–¿Qué propuesta? –Sonó calmado.

–La de empezar de cero junto a él...

–Una relación –afirmó y yo asentí.

–Sí, una relación que acepté sin medir las consecuencias.

–Kag...

–Por favor escúchame –insistí volviendo a mirar sus ojos– Pensé mucho en cómo sería el futuro, pensé en mí, en ti y en el bebé, en ese entonces creí que mi bebé crecería sin padre como yo lo hice y después de verte con Kikyo yo...

–Por favor no lo digas...

–No iba a permitirlo, Naraku me ofreció una familia, una en donde tu presencia no faltara. Una en donde mi bebé crecería y llamaría a alguien papá –Inuyasha se tensó– Pero no pude, a medida que crecía tenía miedo de que se pareciera a ti, no podía engañarme Inuyasha, tú siempre serías su padre, aunque en el fondo odiaba esa idea. Este bebé es tuyo, por eso sentí tanto miedo cuando Naraku lo llamó su hijo...

–¿Qué dijiste?

–Como lo oyes, él estaba tan obsesionado con esa idea que cuando le grité que este bebé era tuyo él...

Mi voz tembló recordando aquel momento, mi cuerpo también lo hizo e Inuyasha lo notó de inmediato y el sentido de alarma se activó en él. Buscó mis manos y las envolvió.

–Dímelo Kag, ¿qué pasó después?

–Él... él me dio una bofetada.

Inuyasha se incorporó de inmediato. Desde su altura sus ojos no se despegaron de mí.

–¡Ese maldito! –gritó girando como si buscara algo para contener su rabia– Le advertí, le dije que si te ponía una mano encima...

–Me sentí tan patética en ese momento y en lo único que pensé fue en proteger a mi bebé.

–No Kag, por favor no llores.

Extendió una mano para secar mi mejilla mientras me atraía hacia su cuerpo.

–Todo esto es mi culpa –susurró sobre mi cabello.

Solté un sollozo antes de tomar valor para seguir.

–Intenté salir de esa casa, pero cuando lo hice, aquel día él intentó... –Sus brazos me rodearon con más ímpetu– Intentó abusar de mí.

Cerré los ojos cuando al fin dije aquellas palabras.

–Inuyasha... –sollocé– Perdón...

–No Kagome, no me pidas perdón, no tienes por qué hacerlo –Sujetó mi rostro y secó un par de lágrimas al paso– Debió de ser horrible para ti, debiste haber sufrido mucho.

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora