Capítulo 2

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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KAGOME

–Bien, esto es lo último –dijo colocando la última caja con sus cosas en el auto.

–Entonces es oficial –solté recargada en la puerta de la entrada.

–Lo es.

Dejamos que el silencio fuera el único testigo de nuestra despedida temporal.

–Entonces ¿paso por ti para ir al aeropuerto?

–No pensaban en algo diferente –solté sin pensar y pude ver su sonrisa.

–Kag... –Guardó silensio cuando su celular sonó.

Me miró por unos segundos, tal vez dudando en si contestar o no la llamada.

–Responde –solté al fin.

–No es importante.

–Estoy segura de que sí lo es –rebatí–, de todas formas, ya iba a entrar.

Se despidió con un asentimiento de cabeza antes de contestar la llamada y yo suspiré.

Habían pasado solo unos cuantos días desde aquella despedida y mi cuerpo parecía haberles otorgado demasiada energía a mis pensamientos que ahora solo me sentía cansada.

Mi trabajo como profesora de preescolar tal vez era la razón más fiable, pero no iba a negar que el momento más grato del día era cuando tocaba al fin la cama y podía descansar como si no lo hubiera hecho en años. O al menos hasta que llegara la noche y sintiera un gran vacío en esta enorme cama.

–Es la segunda vez que te pasa –dijo la voz desde el otro lado de la línea– Kagome tienes que ir a hacerte unos estudios.

–No exageres Ayame, mi cansancio se debe a que no duermo lo suficiente por las noches.

–¿Y eso por qué será? –preguntó en tono sugerente– Parece que el doctor es muy activo en las noches.

Me atoré con mi propia saliva.

–Pero qué cosas dices.

Eso era imposible, Inuyasha y yo casi no teníamos tiempo para pensar en eso. Creo que la última vez que estuvimos juntos fue hace dos meses cuando hicimos el viaje a la casa de la cabaña por su cumpleaños. Pero claro, eso Ayame no lo sabía, ella seguía creyendo que mi matrimonio era perfecto y funcional.

–Mejor ve a esa dichosa fiesta y diviértete por las dos –solté.

–Bueno, pero enserio, ve a un doctor.

–Claro, claro... –musité con cero seguridad –Nos vemos.

Y corté sin esperar su discurso de reclamo. Ayame era mi amiga y compañera de trabajo, la conocí hace tres años cuando nos mudamos a Tokio y desde entonces se convirtió en mi única red de apoyo estando aquí.

Según lo planeado Inuyasha vendría por mí en la noche, eso me daba tiempo suficiente para terminar con esto de una vez por todas.

La puerta de vidrio se abrió en automático apenas puse un pie en la entrada. La clínica estaba llena, pero ordenada a la vez. Ok Kagome, solo tienes que sacar una cita con tu médico, me repetí. No tenía que ver a Inuyasha, además el lugar era tan grande que dudaba mucho encontrármelo por casualidad.

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora