Capítulo 31

120 7 0
                                    

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

KAGOME

–Tranquila, Kagome, estoy segura de que aún están examinándolo.

Miré a Rin casi de inmediato. Por desgracia, los doctores no me permitieron ver a Inuyasha hasta saber con certeza su estado de salud física y mental. Rezaba para que todo saliera bien, o al menos en su mayoría. No soportaría verlo en mal estado, simplemente no lo soportaría.

–Tengo miedo, Rin –Fui sincera–. Inuyasha estuvo en coma por tres meses, tres meses –recalqué–, y si él...

–Ni lo digas –Me interrumpió–, Kag, escúchame.

Se sentó a mi lado y acarició la cabecita de Moroha, que dormía plácidamente en mis brazos envuelta en una manta.

–Estoy segura de que Inuyasha es muy fuerte, ya sobrevivió a un disparo.

–Un disparo que casi lo mata –aclaré.

–Pero está vivo, cuñada. Ahora, lo más importante es que estés con él, apoyándolo como siempre.

Solté un suspiro. Rin tenía razón. Después de tanto tiempo de espera, por fin las cosas parecían traer un poco de esperanza. Sesshomaru estuvo haciendo un par de llamadas a medida que pasaba el tiempo, hasta que llegó el momento de llevar a Rin a casa por sus hijas. Él me dijo que no tardaría y que regresaría lo antes posible. Yo asentí con una sonrisa para no preocuparlo, y entonces se fueron. La preocupación me invadió cuando cayó la noche y aún no sabíamos nada de Inuyasha. Cuando Sesshomaru regresó, no lo hizo solo, sino que trajo a Kaede consigo.

–Mi niña.

–Kaede –Le sonreí.

–Ya supe la buena noticia.

Asentí mientras la veía a los ojos.

–Al fin, Kaede, al fin se cumplieron todas mis súplicas.

La mujer me abrazó, y entonces me permití llorar.

–Señora...

Rápidamente sequé mis lágrimas para ver a Leya.

–Leya, por favor dime cómo está Inuyasha.

La mujer me miró y por su semblante pude ver que algo le preocupaba.

–Señora Kagome, el doctor Totosai quiere hablar con usted.

–¿Sucede algo malo? –intervino Sesshomaru.

–No, estoy segura de que el doctor sabrá explicarle con mucho más detalle el estado del doctor Taisho.

Miré a Sesshomaru y este asintió.

–Ve, mi niña, yo me quedaré con la bebé.

Kaede miró a la carriola y yo asentí antes de seguir a Leya hasta el consultorio del doctor Totosai.

–Hija, pasa por favor.

–Doctor, ¿cómo está mi esposo? ¿Por qué nadie me dice cómo se encuentra? ¿Él está bien? ¿Pasó algo malo?

El doctor me miró con calidez antes de invitarme a que me sentara.

–Tranquila, hija, responderé a todas tus preguntas, pero para eso quiero que estés tranquila.

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora