Capítulo 30 (Nuestra Estrella)

153 9 0
                                    

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

INUYASHA

Solo necesitaba una oportunidad, solo eso. Debía recuperar a mi hija sana y salva, pero mientras más reconsideraba la situación, menos oportunidades tenía.

–¡Kikyo! ¿Qué estás esperando? –soltó Naraku– ¡Tráeme a la bebé! Ahora.

–Ss... sí... –balbuceó nerviosa.

–Espera Kikyo –intervine y ella se detuvo– Por favor, no lo hagas, no...

–¡Silencio!

Naraku dio un paso hacia mí sin dejar de apuntarme con el arma.

–¿En serio crees que tienes el derecho de venir aquí y empezar a dar órdenes? –increpó– No, idiota. No tienes ese derecho, no después de la forma en la que trataste a esa mujer.

Dirigió el arma hacia Kikyo, vi cómo ella cerraba los ojos conteniendo el aliento, y tuve que resistir la urgencia de correr hacia Moroha.

–¿O qué? ¿Ya se te olvidó?

–¿Por qué haces esto? –cuestioné– ¡¿Qué es lo que quieres de nosotros?!

Lo vi sonreír mientras se giraba dándome la espalda.

–Lamentablemente para ti –comenzó–, desde que llegaste a Tokio no fuiste más que una completa molestia. Siempre tan perfecto, el mejor en lo que haces –dijo burlón– ¡La clínica estaba bien hasta antes de que tú llegaras!

Lo vi sentarse sobre el sofá mientras jugaba con el arma.

–Te odié, y ese sentimiento se intensificó cuando la conocí a ella. Tan perfecta, tan delicada como un ángel –Volvió a apuntarme con el arma– ¡Pero tenía que ser tu esposa!

–Kagome no... ella no tiene la culpa de lo que está pasando.

Naraku rompió en risa.

–La tiene, ¡claro que la tiene, por haberte preferido a ti antes de a mí!

Se formó un profundo eco en las paredes del lugar y entonces volvió a mirar a Kikyo.

–Kikyo, la bebé.

–¡No Kikyo! –Alcé la voz.

–No... –musitó Kagura a mi lado.

–No se la entregues, sé que cometí muchos errores y te lastimé, pero por favor... –Trataba de recuperar el aliento a medida que la mujer avanzaba hacia Naraku– ¡Tú también tendrás hijo!

Entonces se detuvo en seco.

–También serás madre, entonces puedes imaginar el dolor de perderlo.

–No lo escuches Kikyo, ¿no ves que solo busca confundirte? –Naraku se puso de pie– Entrégame a mi hija ahora...

–Olvida lo que te dije hace días, ¿Sí?, si me entregas a Moroha yo... prometo ver por ti y por el hijo que llevas.

Kikyo volteó a verme y vi en su mirada un brillo de esperanza.

–Inu... –musitó con la voz temblorosa– ¿Lo dices en serio?

El silencio se instaló y entonces asentí lentamente con la cabeza.

ENTRE PROMESAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora