—¡Belcebú sal del baño de una vez! —grite enojada, íbamos a llegar tarde a la fiesta por su culpa.
—Ya voy, ángel, no te estreses—dijo saliendo del baño con el cabello dorado pegado a su frente y una toalla alrededor de su cintura dejando ver su abdomen tonificado, junto a su cadera había un pequeño tatuaje de una carabela.
No pude reaccionar al instante, todo mi autocontrol se esfumo con semejante imagen del demonio.
—Hasta para ti soy irresistible ángel—sonrió triunfante.
—No es la gran cosa—lo quiete de mi camino para bañarme.
Claro que era la gran cosa, tenía a un apuesto demonio viviendo conmigo.
Una total locura.
Luego de darme una relajante ducha salí en vuelta en mi toalla de baño, iba camino a mi armario, pero una voz demoniaca me detuvo.
—Pareces un taco—vocifero con una sonrisa burlesca.
Lo mire como si quisiera clavarle mil cuchillos en su tonificado dorso.
—Ángel, no me lo vas a creer, pero...—miro hacia otro lado—me das miedo cuando me miras así.
No aguante la risa que surgió de mi garganta, fuerte y alta, nunca imagine que un demonio tuviera miedo de mi mirada.
—Si no quieres que te vuelva a mirar así, deja de hacerme enojar—le advertí caminando hacia al armario.
Me pare frente a toda mi ropa sin saber que elegir, mi madre siempre decía que tenía mucha ropa, pero ella no comprende que, aunque tenga mucha ropa no veo las opciones para que convienen.
Al final termine optante por un vestido gris con brillos que llegaba hasta mis muslos, un regalo de mi mejor amiga, Maya.
Salí del armario cuando Belcebú se me quedo mirando con una galleta que se iba a comer, sus ojos lucían un rosado demasiado intento.
—Te ves hermosa, ángel—me alago metiéndose la galleta a la boca.
—Que lastima no poder decir lo mismo de ti—lo mire con desdén.
Era bastante obvio que se veía genial, Belcebú era de esas personas que, aunque estuvieran llenos de barro lucían genial, todo lo que se ponía lo hacía ver sumamente atractivo, pero no podía permitir que lo supiera.
Mi nuevo hobby era tratarlo mal.
—Si tú lo dices—sonrió ampliamente.
—¿De qué te ríes?–—Belce tenía una sonrisa de satisfacción en la cara y no tarde en darme cuenta porque—Eres un engendro del demonio.
Mientras belcebú salía del departamento yo iba tras de él, dispuesta a darle con el tacón.
—¡Ni en mi casa puedo pensar libremente!—grite hastiada.
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Un ángel en apuros
RomanceGala es una chica que tiene muy mala suerte; Esa mala suerte la persigue las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ella intenta invocar a su ángel guardián pero termina invocado algo muy diferente. ¿Podrá Gala sobrevivir al apues...