Hoy es lunes de universidad, lunes de ver la calva del señor Hugo. Que emoción.
Aunque estaba llevando la fiesta en paz con el profesor, aun no me agradaba del todo porque estoy segura que él me odiaba; a ninguno de mis compañeros de clase les cerraba la puerta por llegar un minuto tarde, excepto a mí.
Salí del baño en vuelta en mi toalla y el tonto de Belcebú me miro con desaprobación.
—Pareces un burrito mal amarrado—se burló.
—Y tu una cucaracha mal aplastada —me defendí.
Me miro de arriba abajo con desdén.
—Que infantil eres ángel.
Puse una mano en mi pecho con indignación, ¿Qué se creía ese demonio de quinta que le temía a los ratones de peluche?
—Pero si tu fuiste el que me dijiste burrito mal amarrado. —me cruce de brazos, harta.
—Porque pareces un burrito mal amarrado—comenzó a caminar hacia un espejo— en cambio yo, estoy tallado por los mismos dioses —se dio la vuelta para encararme— observa este rostro, este cuerpo, dime ¿Qué demonio conocerás tan bello como yo?
Presumido.
Rodee los ojos con desagrado. Yo no quería saber de ningún otro demonio por varias razones.
—Bájate de tu nubecita de ego —camine hasta el armario sin ganas de otro espectáculo por parte de Belcebú.
Él era guapo y lo sabía utilizar muy bien. Él era un demonio muy atractivo y coqueto, pero no pienso decírselo porque eso aumentaría su nubecita de ego.
«Pues ya lo sé» una vocecita resonó en mi cabeza.
Me vestí rápido con lo primero que vi sin importarme nada, necesitaba una explicación para saber que había pasado.
Abrí la puerta del armario tan fuerte que choco contra la pared.
—¿Qué diablos acabas de hacer? —cuestione alterada.
Belcebú se recostó al marco de la puerta con pereza.
—Solo me comuniqué contigo —se encogió de hombros.
«Estoy en tu mente otra vez» nuevamente la voz hablo con burla.
«Intenta decir algo, ángel»
«Ojalá y te de una sobredosis por tanto dulce de galletas» puso cara de indignación de inmediato. Esa fue mi señal para saber que si me había comunicado mentalmente.
—Que buenos deseos tienes. —me sonrió fingidamente.
—Quiero siempre lo mejor para ti, mí Belcebú. —lo hice a un lado para salir y él me comenzó a seguir.
Upss, me regañe mentalmente por que se me escapo ese mí, rogaba a quien fuera que no se hubiera dado cuenta.
—Ángel —se estremeció para que nuestros hombros chocaran— dijiste que soy tu Belcebú.
ESTÁS LEYENDO
Un ángel en apuros
RomanceGala es una chica que tiene muy mala suerte; Esa mala suerte la persigue las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ella intenta invocar a su ángel guardián pero termina invocado algo muy diferente. ¿Podrá Gala sobrevivir al apues...