—Ángel, ángel —sentí que me movían mientras murmuraban algo que no entendía— ÁNGEL.
Me levante asustada viendo la cara de Belcebú.
—¿Qué te sucede demonio loco? —lo acuse.
—Te he llamado como 100 veces, pensé que ya habías pasado al otro mundo —se burló.
—Deja de burlare o buscare un ratón para ti. —lo amenace.
Hizo la simulación de cerrar su boca y lanzar la llave lejos.
—Si seguimos discutiendo llegaremos tarde.
Me levante con pereza, habíamos decidido vestirnos de negro antes de dormir para no perder tiempo. Mire el reloj del auto de Belcebú que marcaba 2:30pm. Sentí el enojo subir hasta mis orejas, a esta hora debería estar durmiendo como un bebé no estar a punto de ir a la mansión del mafioso del país.
—Deja de quejarte tanto ángel, me agobias. —se quejó.
—No te he mandado a leer mi mente. —lo acuse.
Si él volvía abrir la boca lo tiraría a la calle, no estaba de humor a estas horas.
—Tu nunca estas de humor. —menciono.
—Es verdad. —le di la razón— pero menos ahora que me levantaste tan temprano.
Llegamos al mismo lugar de la visita anterior.
—Ven te cargare —extendió sus brazos y deje que me cargara.
Note que sus alas se veían doradas, ya no estaban negras. Las alas de Belcebú eran gigantes, tanto que podían arropar mi cuerpo por completo.
Al llegar al otro lado de la mansión me bajo al piso y no pude evitar preguntar.
—¿Por qué tus alas ya no son negras?
—Son negras cuando no estoy cerca de mi corona, el dorado es su color original, es como si la corona fuera mi fuente de energía, la fuente que me da luz. —explico.
Su mirada estaba triste, sabía que el estar lejos de su corona era un tema sensible para él, hice que todo mi mal humor se fuerza para poder apoyar a mi demonio de la buena suerte.
—Vamos a recuperar tu corona, lo prometo. —acaricie su hombro para reconfortarlo.
—Gracias por tu apoyo ángel. —me sonrió, pero esa sonrisa no llegaba a sus ojos.
Me prometí que haría todo lo posible para ayudar a recuperar su corona, él había hecho muchas cosas por mí, entre ellas era hacerme reír, era justo que yo le devolviera ese gesto.
Belcebú tomo mi mano para correr entre las sombras y llegar a un pequeño agujero que conectaba con el área de lavandería. Él fue el primero entrar para ver si no había ningún peligro.
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Un ángel en apuros
RomanceGala es una chica que tiene muy mala suerte; Esa mala suerte la persigue las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ella intenta invocar a su ángel guardián pero termina invocado algo muy diferente. ¿Podrá Gala sobrevivir al apues...