Me desperté asustada ya que un feo ruido martillaba mis oídos.
Cuando abrí mis ojos Belcebú estaba parado frente a mi cama pegándole con una cuchara a la olla de la cocina.
—¡Uno, dos tres, a levantarse, uno dos, tres, a levantarse! —Belce gritaba y daba vueltas alrededor de la habitación.
Me hubiera reído ya que parecía un loquito de la calle, pero mi molestia era más grande por despertarme tan temprano.
—¿Qué haces demonio loco? —despegue mi cabeza de mi cómoda almohada.
—Ya hablamos de esto ángel, no estoy loco. —Sentenció.
—Tengo bastantes razones para llamarte loco. —me puse en pie— Y una de esas es despertarme a las 6 de la mañana un sábado.
—Es que vamos a ir a entrenar. —explico.
—¿Entrenar qué, disculpa? —mi cara era de confusión total.
—Tienes que estar en forma y tener resistencia para poder ir a robar mi corona —explico determinadamente.
—¿Yo soy la que necesita entrenamiento? —comencé a caminar para ir a la cocina— tu eres el que no ha parado de comer galletas desde que llegaste.
Belcebú río sin tener nada que rebatir contra eso.
—Bien corrijo, tenemos que ir a entrenar —bajo la cabeza.
—Bien. —acepte con pesades.
—Pero, ¿Qué haces ángel? —Belcebú corrió para detener mi paso.
—Voy a desayunar, obvio —puse los ojos en blanco por la tonta pregunta.
—Claro que no —manoteo mis manos— nada de eso, para ir a entrenar tenemos que ir livianos, sin nada de comida.
—Sin duda estás loco, me voy a desmayar.
—Eso no va a pasar, yo estaré ahí.
—Ay Belcebú, demonio de cabeza hueca —Lo insulte.
Camine hacia mi armario para buscar ropa de entrenamiento.
—¡Te espero en el auto! —Belce me aviso del otro lado de la puerta.
¿Qué se cree ese demonio? Levantarme para ir a entrenar, es absurdo. Lo peor es que más loca estoy yo por seguirle la corriente.
Me subí al auto y atrapé a Belce comiendo galletas.
—¿Qué te pasa? Me niegas desayunar sin embargo tu comes galletas —me queje.
—Solo comí una, lo juro —me extendió una galleta— come una, así quedamos a mano.
Tomé la galleta de mala gana y me la comí mirándolo con desdén.
Al salir del estacionamiento Belcebú bajo el techo para quedar al aire libre.
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Un ángel en apuros
RomanceGala es una chica que tiene muy mala suerte; Esa mala suerte la persigue las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ella intenta invocar a su ángel guardián pero termina invocado algo muy diferente. ¿Podrá Gala sobrevivir al apues...