Me aparque en el estacionamiento del apartamento y baje rápidamente hasta el asiento de atrás.
—Belcebú —lo sacudí con cuidado—¡Belcebú! —lo agité con más fuerza con desesperación.
Él abrió sus ojos que tenían un color celeste muy pálido.
—Á...ángel —trato de hablar, pero su voz salía rasposa.
—Tienes que ayudarme a sacarte de aquí. —Pedí con desesperación.
Como pude lo levanté y lo recosté a mi hombro para comenzar a caminar hacia el elevador. No sé de donde saque la fuerza para poder cargar con su peso.
Por suerte el elevador estaba en el mismo piso que nos encontrábamos y subimos rápidamente.
—Ángel si me das un beso me mejoro. —rodee los ojos.
—Haz silencio Belcebú.
—¿Por qué? Este pobre demonio solo quiere un besito para mejorarse. —se acercó más a mí.
Quede tiesa.
—¡Basta demonio loco! —vocifere—con un beso no te mejoraras, no eres la bella durmiente.
—Claro que lo soy, es más me dormiré para que me despiertes.
Se hizo el dormido y recostó todo su peso sobre mí, de milagro y me mantuve en pie.
Justo cuando estaba por gritarle el elevador se abrió y comencé a caminar hasta el departamento.
—Belcebú recuéstate al sofá, no seas terco. —Me queje.
Él se recostó a regañadientes.
—Dame tu teléfono. —exigí.
—Ay ángel, no sabia que eras así de toxica. —curvo su boca en desaprobación.
No es para eso tonto. Si busco en mi teléfono como curar el ala de un demonio no me aparecerá nada. —explique.
—Si me das un beso te lo doy. —puso su boca muy cerca de mí.
Sin discutir tanto me comencé a acercar cara vez más a su linda y mágica cara, llegue a un punto donde nuestras respiraciones se mezclaban, podía ver sus labios húmedos, me decidí finalmente y plante un beso en su mejilla.
—¡Oye, ahí no era! —se quejó.
—Me pediste un beso, pero no me dijiste donde. —sonreí triunfante.
—Eres lista, tu ganas. —me entrego el teléfono con tristeza.
Tome su teléfono y entre a la app que tenía el símbolo de Google solo que con cuernos, y en vez de Google decía demongoogle.
Escribí rápido en el buscador y me apareció una lista de ingredientes: Alcohol, algodón sagrado, una pluma de gallina, aguja, hilo celestial, galletas o algún dulce para recuperar fuerzas.
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Un ángel en apuros
RomanceGala es una chica que tiene muy mala suerte; Esa mala suerte la persigue las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ella intenta invocar a su ángel guardián pero termina invocado algo muy diferente. ¿Podrá Gala sobrevivir al apues...